Tal día como hoy 28 de febrero de
1991, termina la denominada “Guerra del Golfo”, que tuvo su
inicio el 2 de agosto de 1990 y fue un conflicto entre países del
hemisferio occidental y sus aliados e Irak, una guerra corta,
pero con muchas consecuencias.
El presidente estadounidense George
H.W. Bush dio un discurso el 1 de marzo de 1991 anunciando el fin del
conflicto. Estados Unidos estaba muy satisfecho con su victoria en
Irak: una abrumadora campaña aérea y terrestre. Sufrió pocas bajas
y estableció el dominio estadounidense entre una de las regiones más
importantes del mundo. Por encima de todo, el poder estadounidense
parecía estar en su apogeo.
Sin embargo, donde algunos vieron la
victoria, otros vieron un trabajo sin terminar. Y donde algunos en el
Medio Oriente agradecieron a Estados Unidos su ayuda, otros pensaron
que era hora de que los estadounidenses se fueran a su casa.
El por entonces presidente iraquí
Saddam Hussein acuñó un eslogan cuando declaró que esta sería la
"madre de todas las batallas" si las fuerzas
estadounidenses y de la coalición buscaban expulsarlo de Kuwait.
Resultó ser cualquier cosa menos esto.
Pero la primera Guerra del Golfo
condujo a nuevas confrontaciones, y sus repercusiones todavía se
sintieron, por ejemplo, con Osama bin Laden y uno de los factores que
llevaron a los ataques de al-Qaeda contra Estados Unidos el 11 de
septiembre de 2001.
Bin Laden estaba terriblemente
enfurecido porque los "cruzados sucios e infieles", como
llamó a las tropas estadounidenses, se asentaron en su tierra natal
de Arabia Saudita, hogar de los dos lugares más sagrados del Islam.
Durante la “Operación Tormenta del
Desierto”, una operación militar para expulsar a las fuerzas
iraquíes ocupantes de Kuwait, que Irak había invadido y anexado
meses antes se caracterizó por el bombardeo de cinco semanas contra
objetivos de mando y control iraquíes desde el aire y el mar.
A pesar de los temores generalizados de
que el presidente iraquí, Saddam Hussein, podría ordenar el uso de
armas químicas, se produjo una invasión terrestre en febrero. Las
fuerzas de la coalición expulsaron rápidamente a Iraq de Kuwait,
avanzaron hacia Irak y alcanzaron el alto el fuego en 100 horas.
La Guerra del Golfo acabó, dejando
tras de sí un Kuwait destruido, con pozos de petróleo ardiendo, con
una huella de entre 25.000 y 30.000 muertos por parte de los iraquíes
y la pérdida de casi 400 soldados y 1.000 heridos por parte de la
fuerza de coalición internacional autorizada por Naciones Unidas y
liderada por Estados Unidos.
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