miércoles, 26 de febrero de 2020

El día que Hitler inauguró Volkswagen

Tal día como hoy 26 de febrero de 1936, el dictador alemán Adolf Hitler inaugura la fábrica de Volkswagen dentro de su plan de fomento de la industria del automóvil. La meta era relanzar las fábricas alemanas y hacerlas más competitivas frente a las compañías inglesas y las francesas.

El nombre Volks Wagen se debe a que en los años 1930 surgió en Alemania el proyecto de construir un automóvil que fuese accesible para un gran número de personas.

Cuando Adolf Hitler se alza con el poder en 1933, decide poner en marcha un plan de fomento de la industria del automóvil, con el objetivo de relanzar sus fábricas y hacerlas más competitivas frente a las inglesas y las francesas.

Entre la fascinante historia de los coches de preguerra destaca con diferencia la de Volkswagen y sus raíces a la sombra del Führer. "Debe parecerse a un escarabajo. Solo se necesita observar a la naturaleza para saber qué línea debe tener su carrocería". Con estas palabras de Hitler al constructor Ferdinand Porsche, empieza la historia del Volkswagen en Alemania.

Existe una leyenda al respecto: durante una campaña electoral, el automóvil de Adolf Hitler adelanta un día frío y lluvioso a un motorista que tirita, empapado sobre su vehículo. En ese momento tiene una idea: todos deben poder transitar por las carreteras alemanas seguros, calientes y secos. El automóvil debe estar al alcance de cualquiera. Y así sería, un coche para el pueblo.

Apenas llegado al poder en 1934, Hitler se entrevista con un ingeniero llamado Ferdinand Porsche, que le muestra el modelo de un coche económico y popular: motor de aire refrigerado, tracción trasera, 26 CV, velocidad máxima de 100 km/h, consumo de 8 litros y precio de 1.000 marcos, alrededor de 500 euros de hoy en día. Según la leyenda, Hitler dijo: "Este es mi coche".

En los años 20, mientras que en Estados Unidos las fábricas de Ford producían millones de vehículos, la industria alemana automotriz era una de tantas. Existían pocos coches pequeños y baratos que además, por regla general, no eran muy buenos; no permitían varios pasajeros, apenas tenían potencia y su aspecto no era demasiado atractivo.

Además se trataba de un artículo de lujo, tanto por la compra como por el mantenimiento. Como era habitual, se podía trazar una frontera social entre los que tenían coche y los que no.

Hitler veía en la producción masiva de automóviles la posibilidad de impulsar la industria, de conseguir puestos de trabajo y de dar al obrero la impresión de que atravesaban una frontera invisible: los coches que iban a producir estaban destinados a ellos. Así, Hitler encontraría en Ferdinand Porsche el hombre que haría realidad el Volkswagen.

Porsche presentó los primeros planos en 1934 y calculó un precio de 1.500 marcos ( 3.579 euros), pero al líder alemán no le gustó y replicó que debía costar "no más de lo que cueste una motocicleta de tipo medio", lo que rebajó el coste a 900 marcos, unos 2.100 euros.

También se dice que Porsche usó los diseños del Tatra T97 bajo la presión de diseñar rápido y barato. El Tratra T97 era un cuatro puertas producido en un corto periodo de preguerra entre 1936 y 1939 por el fabricante, por entonces checoslovaco Tatra, que tras la guerra habría recibido una compensación por el plagio.

Durante la primera conversación en el Ministerio de Tráfico estuvo presente un oficial del Ejército. Deseaba que al retirarle la carrocería el nuevo vehículo pudiera transportar a tres hombres y una ametralladora con la munición correspondiente. Así quedó al descubierto el aspecto militar de la motorización masiva de Alemania.



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