Tal día como hoy, el 11 de marzo de 1526, el emperador Carlos V se casaba con su prima Isabel de Portugal. Lo hacía en el Real Alcázar de Sevilla en una ceremonia oficiada, por el legado del Papa Clemente VII, el cardenal Salviati.
Una de las primeras demandas de la nobleza castellana, nada más llegar el Rey Carlos I de España y V de Alemania a la Península Ibérica, fue la de que contrajera matrimonio con una princesa española. Esta aspiración de sus vasallos, se vio en cierto modo cumplida al concertarse su matrimonio, tras unas largas negociaciones, con su prima Isabel de Portugal, la hermana del monarca luso Juan III y nieta de los Reyes Católicos, .
La dote de Isabel de 900.000 doblas de oro, vino como agua de mayo a las maltrechas arcas hispánicas, aunque antes de formalizar la unión hubo que esperar a una dispensa papal, ya que ambos eran primos carnales. Dicha dispensa llegó el 1 de noviembre de 1525.
Diez días más tarde, la ya emperatriz partió a la ciudad de Sevilla, ciudad en la que se casaría con el emperador Carlos V. El matrimonio se efectuó el 11 de marzo de 1526, en una ceremonia oficiada por el cardenal Salviati, en una de las salas del Real Alcázar de Sevilla.
Las fiestas en la ciudad, con motivo del acontecimiento duraron varios días. Hubo justas y torneos en la plaza de San Francisco, también fiestas de toros y juegos de cañas, sin embargo, las celebraciones fueron menos grandiosas de lo que se preveía. Tal vez por la Cuaresma o por el luto, por la hermana del emperador, la Reina de Dinamarca.
La boda celebrada en los Reales Alcázares, tuvo un carácter íntimo, con escasa presencia de caballeros y embajadores. Algunos grandes, nos dice Fernández de Oviedo, acompañaron al emperador hasta entrar en su aposento.
Una vez engalanado se desposó con la emperatriz, por palabras de presente, a manos del cardenal Salviati y los jóvenes esposos fueron velados, por el arzobispo de Toledo en un altar, que se montó en la cámara de Isabel,en la antigua capilla del palacio del rey don Pedro I, hoy salón del techo de Carlos V.
Hasta el Domingo de Ramos, la pareja de recién casados permaneció en el palacio. El emperador se retiró luego, a hacer los ejercicios de la Semana Santa, a San Jerónimo.
Así las cosas, las fiestas no comenzaron hasta pasada la Pascua. En la plaza de San Francisco se celebró una justa el domingo 15 de abril, en la que sobresalieron, según distintos testimonios, la riqueza de los vestidos. En la del 6 de mayo, que recoge únicamente Juan Negro, participó el emperador y otros once caballeros y señores ataviados con ricas preseas.
El 14 de mayo Carlos V e Isabel de Portugal, abandonaron Sevilla por el camino de Carmona destino Granada. En Córdoba descansaron cinco días, que coincidieron con la firma del tratado de la liga clementina, que celebraron con fiestas. Posteriormente, a través de Castro del Río y Alcalá la Real, alcanzaron el reino de Granada.
Isabel de Portugal , guapa
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