Tal día como hoy 10 de julio de 1848 es enterrado en Vic - Barcelona- el sacerdote, filósofo y escritor Jaime Balmes.
Balmes, fue un filósofo, teólogo, apologista, sociólogo y tratadista político español, familiarizado con la doctrina de santo Tomás de Aquino, que le convirtió en un filósofo original, no perteneciente a ninguna escuela en particular.
Ordenado sacerdote en 1834, obtuvo los títulos de Doctor en Teología y bachiller en Cánones y aunque intentó dar clases en la Universidad de Barcelona no lo consiguió, dedicándose a dar clases particulares hasta que el Ayuntamiento de Vic le nombró, en 1837, profesor de Matemáticas, durante cuatro años.
Es a partir de 1841 cuando se desborda el genio de Balmes, desarrollando una actividad frenética y portentosa que en pocos meses hace que sus escritos y personalidad sean admirados en toda Europa.
En 1844 fija su domicilio en Madrid y hace frente a una campaña difamatoria que sus adversarios organizaron contra él, escribiendo “Vindicación personal”, en el que desmontaba todas las acusaciones, que algunos autores denominan como su Autobiografia.
En esa fecha es nombrado miembro de la Academia de Religión de Roma y la de Científica y Literaria de Profesores, de Madrid, así como de la Real Academia Española, pero un empeoramiento de la enfermedad que padece: tisis pulmonar tuberculosa aguda, progresa y se traslada con sus hermanos a su ciudad natal, Vic, donde muere el 9 de julio de 1848.
En política Balmes fue partidario de la imparcialidad, alejado de intereses de grupo y de partidismo, colocando los intereses nacionales por encima de los particulares.
Era esencialmente monárquico y en este terreno su empeño fue unir a liberales y carlistas mediante el matrimonio de Isabel II con el hijo del pretendiente Carlos, motivo por al cual se trasladó a Madrid, fundando el partido “Monárquico nacional”, que consiguió amplia representación parlamentaria, pero el matrimonio de Isabel II con su primo Francisco de Asís terminaron con su proyecto en un completo fracaso.
Enemigo de las dictaduras, se opuso a Espartero y Narváez a los que combatió en sus escritos, siendo partidario de una aproximación de España a Europa, así como con las relaciones con la Santa Sede, tras reparar las consecuencias de la desamortización, colocándose en posturas sociales que huyen siempre de extremismos y se muestra de ideas intermedias entre reformismo y conservadurismo.
En las relaciones patronos- obreros, propugna la creación de tribunales de conciliación para resolver sus diferencias de forma pactada y sin enfrentamientos, rechazando la injerencia del Estado en la fijación del salario y abogando por mejorar la competencia profesional, mediante la creación de centros de enseñanza al estilo de los antiguos gremios medievales.
Su concepto respecto a los sindicatos es la desconfianza hacia ellos, resultando curioso e ingenuo su concepto de los seguros sociales, que concibe como una Caja de Ahorros, constituida con las cuotas aportadas por los obreros, pero administrada por los patronos.
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