Tal día como hoy 29 de noviembre de 1223,San Francisco de Asís, que se ha retirado en dos ocasiones a la ermita de Fonte Colombo, cerca de Rieti (Italia), para redactar una regla para la creación definitiva de su orden, bajo ayuno y oración logra que, en el día de hoy con la participación del cardenal Hugolino, la regla encuentre su forma final y sea aprobada por el Papa Honorio III, mediante la bula "Regula Bullata", en la que se autoriza por fin la Orden Franciscana.
Hijo de un rico mercader llamado Pietro di Bernardone, Francisco de Asís era un joven mundano de cierto renombre en su ciudad. Había ayudado desde jovencito a su padre en el comercio de paños y puso de manifiesto sus dotes de inteligencia y su afición a la elegancia y a la caballería. En 1202 fue encarcelado a causa de un altercado entre las ciudades de Asís y Perugia. Tras este lance, en la soledad del cautiverio y durante la convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez vuelto a su tierra, se inició su maduración espiritual.
En la primavera de 1206, tuvo San Francisco su primera visión. En el pequeño templo de San Damián, oyó ante una imagen románica de Jesucristo una voz que le hablaba en el silencio de su muda y amorosa contemplación: "Ve, Francisco, repara mi iglesia. Ya lo ves: está hecha una ruina". El joven Francisco no vaciló: corrió a su casa paterna, tomó unos cuantos rollos de paño y fue a venderlos, luego entregó el dinero al sacerdote de San Damián para la restauración del templo.
Esta acción desató la ira de su padre; Pietro di Bernardone que vio en aquel donativo una ciega prodigalidad en perjuicio del patrimonio que tantos sudores le costaba. Por ello llevó a su hijo ante el obispo de Asís a fin de que renunciara a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias vestiduras y restituirlas a su progenitor, renunciando con ello, a cualquier bien terrenal.
A los veinticinco años, sin más bienes que su pobreza, abandonó su ciudad natal y se dirigió a Gubbio, donde trabajó en un hospital de leprosos; luego regresó a Asís y se dedicó a restaurar con sus propios brazos, pidiendo materiales y ayuda a los transeúntes, la iglesia de San Damián, en la Porciúncula.
El 24 de febrero de 1209, en la pequeña iglesia de la Porciúncula y mientras escuchaba la lectura del Evangelio, Francisco escuchó una llamada que le indicaba que saliera al mundo a hacer el bien: el eremita se convirtió en apóstol y, descalzo y sin más atavío que una túnica ceñida con una cuerda, pronto atrajo a su alrededor a toda una corona de almas activas y devotas.
San Francisco de Asís predicaba la pobreza como un valor y proponía un modo de vida sencillo basado en los ideales de los Evangelios. Hacia 1210, tras recibir a Francisco y a un grupo de once compañeros suyos, el papa Inocencio III aprobó oralmente su modelo de vida religiosa, le concedió permiso para predicar y lo ordenó diácono.
Con el tiempo, el número de sus adeptos fue aumentando y Francisco comenzó a formar una orden religiosa, llamada actualmente franciscana, en la que pronto se integraría San Antonio de Padua. Además, con la colaboración de Santa Clara, fundó la rama femenina de la orden, más conocidas como las clarisas.Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia y España.
San Francisco trató de llevar la evangelización más allá de las tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, predicó en Siria y Egipto; aunque no logró su conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los Santos Lugares.
A su regreso, compiló por escrito la regla franciscana, de la que redactó dos versiones en 1223, aprobada ese mismo año por el papa y entregó la dirección de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en pasar a los miembros más prácticos, y San Francisco pudo dedicarse por entero a la vida contemplativa.
Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas -las heridas de Cristo en su propio cuerpo-; según testimonio del mismo santo, ello ocurrió en septiembre de 1224, tras un largo periodo de ayuno y oración. Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores.
San Francisco de Asís falleció el 3 de octubre de 1226. En 1228, apenas dos años después, fue canonizado por el papa Gregorio IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo.
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