Tal día como hoy, 21 de mayo de 1403 Enrique III de Castilla, manda una embajada a los tártaros de Tamerlán, para tratar de conseguir una alianza, contra los otomano.
El monarca castellano Enrique III, en su propósito de buscar aliados, contra la expansión de los ejércitos turcos, cuya amenaza se cernía ya sobre Europa, envió en 1403 una embajada a Tamerlán, el señor de Samarcanda, que un año antes había derrotado y hecho prisionero, al sultán Bayaceto, en la batalla de Angora.
Tamerlán, o Tamurbec como es citado en este texto, era un caudillo militar de origen turco-mongol que, al igual que Gengis Khan, con quien se le ha comparado, templó sus primeras armas, al frente de una partida de aventureros y salteadores, llegando a alcanzar una gran reputación como guerrero.
En poco más de dos décadas, logró reunir un poderoso ejército, con el que erigió un Imperio que se extendía, desde Delhi hasta Moscú, y desde la frontera septentrional china, hasta Anatolia, conquistando ciudades como Delhi, Bagdad o Damasco.
Al frente de la expedición diplomática de Enrique III a Samarcanda, la capital del Imperio del Gran Tamerlán, marchó Ruy González de Clavijo. El viaje se prolongó por espacio de tres años y su detallado relato, fue escrito a su regreso, en 1406.
La minuciosidad de sus descripciones, sus noticias históricas, geográficas e incluso antropológicas, hacen de esta obra una de las más apreciadas por los orientalistas e historiadores, que destacan la curiosidad e imparcialidad.
La Embajada a Tamerlán o Historia del Gran Tamerlan, e itinerario y narración del viaje, y relación de la embajada que Ruy González de Clavijo le hizo por mandado del rey Enrique III de Castilla, es un libro de viaje que cuenta la experiencia vivida por los embajadores, entre ellos el escritor de la crónica, Ruy González de Clavijo, así como la vida del líder turco-mongol musulmán Temür -Tamurbec o Tamerlán- quien radicó su corte y capital en Samarcanda. La crónica abarca el viaje entre 1403 y 1406.
Ruy González de Clavijo, el embajador del rey de Castilla ante la corte del gran Tamerlán,describía así una jirafa por vez primera en castellano:
"Cuando la embajada llegó a esta ciudad, hallamos en ella un Embajador que el Sultán de Babilonia enviaba al Tamurbec. El cual llevaba consigo hasta veinte de caballo y hasta quince camellos, cargados de presentes que el Sultán enviaba al Tamurbec, y otrosí llevaba seis avestruces y una alimaña que es llamada jirafa, la cual alimaña era hecha de esta guisa:
Había el cuerpo tan grande como un caballo y el pescuezo muy luengo y los brazos mucho más altos de las piernas, y el pie había así como el buey hendido, y desde la uña del brazo hasta encima del espalda había diez y seis palmos, y desde las agujas hasta la cabeza había otros diez y seis palmos.
Y cuando quería enhestar el pescuezo, alzábalo tan alto que era maravilla, y el pescuezo había delgado como de ciervo, y las piernas había muy cortas según la longura de los brazos, que hombre que no la hubiese visto bien pensaría que estaba sentada aunque estuviese levantada.
Y las ancas había derrocadas a yuso como búfalo, y la barriga blanca y el cuerpo había de color dorado y rodado de unas ruedas blancas grandes; y el rostro había como de ciervo, en lo bajo de hacia las narices.
Y en la frente había un cerro alto agudo y los ojos muy grandes y redondos, y las orejas como de caballo; y cerca de las orejas tenía dos cornezuelos pequeños redondos y lo más de ellos cubiertos de pelo, que parecían a los del ciervo cuando nacen.
Y tan alto había el pescuezo y tanto lo extendía cuanto quería, que encima de una pared que tuviese cinco o seis tapias en alto podría bien alcanzar a comer: otrosí encima de un alto árbol alcanzaba a comer las hojas, que las comía mucho.
Así que hombre que nunca la hubiese visto, le parecía maravilla de ver."
No hay comentarios:
Publicar un comentario