El retiro del emperador Carlos V en Yuste.

Tal día como hoy, 3 de febrero de 1557, el  emperador Carlos V, se retira al monasterio de Yuste – Cáceres - .

Cuando el emperador decidió retirarse de la vida publica, había motivos para hacerlo, ya que su delicado estado físico y anímico, debido a profundas depresiones que padecía, daba a pensar que tenía vestigios de la enfermedad de su madre, Juana “La loca”, aún viva y recluida en Tordesillas, por lo que comenzó a plantearse abdicar en su hijo Felipe, que ya había cumplido los 20 años.

Por otra parte, los príncipes alemanes habían comenzado a intrigar, para oponerse a él, tratando de librarse del yugo español y hasta antiguos aliados de Carlos, conspiraban en su contra, por lo que en 1552, pidió ayuda a su hijo Felipe desde Ingsbruch, para lo que contaba con el oro que llegaba de América, la venta de prebendas y las peticiones de préstamos a los nobles .

No obstante Carlos, se vio obligado a huir por los Alpes en medio de una fuerte tormenta de nieve y cansado y enfermo, decidió dejar las cosas del imperio en manos de su hermano Fernando, y las posesiones de la corona española a su hijo Felipe.

En 1553, concierta la boda de Felipe con María Tudor “Bloody Mary” reina católica de Inglaterra, con lo que establece una fuerte alianza, que le da nuevos bríos, viendo reforzado a su hijo frente a los Países Bajos y Francia y, es en este favorable momento, cuando decide su retirada del mundo.

La  abdicación del Emperador tuvo lugar, el 25 de octubre de 1555, alegando durante el acto que a causa de sus debilitadas fuerzas había tomado la decisión, y designaba como sucesores a Felipe, al frente de sus reinos y a Fernando, en el Imperio.

Un año después, Carlos abandona los Países Bajos, a bordo de la nao capitana de una flota de 56 navíos y en el canal, salió a su encuentro una escuadra inglesa, enviada por su nuera María Tudor,  para rendirle honores .

En septiembre, la flota llegó a Laredo y la comitiva recorrió Castilla y para acortar el trayecto, el maltrecho, agotado y gotoso Carlos, fue transportado en una improvisada silla fabricada con un arcón que llevaron a hombros un grupo lugareños, a lo largo de tres leguas por intrincados senderos de montaña, el cual puede contemplarse en la actualidad, en sus habitaciones del Monasterio de Yuste.

Recluido en Yuste, en las modestas dependencias que se habían habilitado para él, se dedicaba a oír misas, contemplar los paisajes de esas tierras, a la lectura, a su afición por los relojes y a sus copiosas comidas, las cuales acentuaba cada más vez su enfermedad.

Su servidumbre, quedó reducida a 50 personas que, muchas se alojaban en los pueblos cercanos mientras la gota y la diabetes, que eran los históricos males del emperador, se agudizaron, aunque no fue esa la causa de su muerte, sino una la fiebre palúdica, contraída por picaduras de los mosquitos que abundaban, por aquel entonces en la comarca de la Vera.

Según su expreso deseo, fue enterrado bajo el altar mayor de la iglesia del Monasterio, con medio cuerpo bajo las losas donde oficiaban misa los monjes, para "... que el sacerdote que dijera misa ponga los pies encima de su pecho y cabeza", oficiándose hasta 30.000 misas por el alma del Emperador.

Años más tarde los restos de Carlos V fueron trasladados, por su orden de su hijo Felipe II, al  Monasterio del Escorial, donde hoy se encuentran.