jueves, 25 de febrero de 2016

Nithard, otro valido nefasto en la Historia de España

Tal día como hoy 25 de febrero de 1669, el jesuita austriaco Juan Everardo Nithard es deportado y enviado a Roma como “embajador extraordinario”, después de que se aprobase la expulsión exigida por Juan José de Austria, hijo bastardo de Felipe IV

Nithard fue un religioso austríaco, de la Compañía de Jesús y miembro de una familia católica del Tirol, que  tomó parte en la guerra de los Treinta Años en 1625, como militar en las filas de la “Liga Católica” y luego se convirtió en un jesuita, renombrado por sus conocimientos de teología.

Vino a España en 1649 con la archiduquesa Mariana de Austria, en calidad de su confesor, cuando ésta llegó para contraer matrimonio con  Felipe IV.

A la muerte del rey  Felipe IV, en 1665, Mariana quedó como regente del reino durante la minoría de edad de su hijo y futuro rey Carlos II, y desde los primeros momentos de su regencia, se dejó llevar por los consejos de su confesor.

Nithard, pasó a ser el valido de la reina regente, obteniendo del papa para el jesuita, gracias a su intervención, el apetecido cargo de Inquisidor General, siendo nombrado para el puesto en 1666, lo que le permitió  formar parte del Consejo de regencia como primer ministro, convirtiéndose en el personaje más influyente de la Corte.

Sin embargo, su gestión al frente del Estado que ejerció durante tres años, fue desastrosa para España, ya que en el orden interno, contribuyó a la división de los españoles, seguidores unos de Juan José de Austria y otros de la reina madre Mariana, siendo además, mal visto por las clases populares, ya que una de sus medidas fue suprimir las corridas de toros y el teatro, lo cual unido a su condición de extranjero, y el excesivo valimiento ante la reina, le ganó también las antipatías de la nobleza.

En cuanto a la política exterior, fueron sonoros sus fracasos en la firma de la paz de Aquisgrán y la de Lisboa de 1668, todo lo cual  le granjeó la enemistad de Juan José de Austria, que apoyándose en el descontento popular generalizado y por medio de un levantamiento militar, exigió la expulsión de Nithard del país, a lo cual la reina - no sin resistencia - finalmente accedió, bajo la excusa política de enviarlo a Roma como embajador, en febrero de 1669.

Una vez en Roma, fue nombrado además obispo de Agrigento, y más tarde arzobispo titular de Edesa con las rentas que tales cargos llevaban aparejados, obteniendo por último el capelo cardenalicio en 1672 de manos del Papa Clemente X, mientras con intención de justificar su desafortunado paso por España, escribió sus memorias, publicadas en París en 1677.

Aunque se convirtió en líder  de la oposición a su gobierno, la reina Mariana siguió considerando al bastardo Juan José de Austria, con desconfianza y desagrado, que se vio obligado a contentarse con el virreinato de Aragón.

En 1677, la Reina se decantó por un nuevo valido, Fernando de Valenzuela, lo cual despertó una oposición universal por sus favores hacia el valido, pero don Juan al fin logró establecerse él como primer ministro, lo cual despertó al principio esperanzas sobre el éxito de su administración, pero bien pronto esta resultó decepcionante y corta, ya que murió, tal vez por envenenamiento, el 17 de septiembre 1679.

La imparable decadencia española estaba ya en su recta final...


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