Al leer estos versos, me da la impresión de estar hablando de otras gentes, pero eso no es cierto, porque no hace mucho, esta realidad era nuestra.
Tú - que sé que esto lees - de sobra sabes, que nada quito, ni nada pongo...
Me gusta ver tu cuerpo estremecerse,
cuando desnudo entero lo poseo.
Me gusta ver tu cara transformarse,
en ese clímax interminable y lento.
Me excitan esas frases inconexas,
que dices, mientras te vas del mundo.
Me enerva, cuando aspiro de tu boca,
ese olor a pasión, fuerte y profundo.
Me enciende ver tus pechos anhelantes,
suplicando los besos de mi boca.
Es locura, tu sexo ilusionante,
que me sugiere mil experiencias locas.
Me motiva tú cara trastornada,
tras horas de pasión profunda y ciega.
Me relaja, por fin, ver tu mirada,
cuando, tras el ciclón, la calma llega.
Eres pasión voraz e interminable,
esa pasión por mí siempre buscada,
que me estimula, complementa y llena.
Eres pasión sin fin, a mi pasión eterna...
J. M. Hidalgo. (De los versos prohibidos)
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