Tal día como hoy, 6 de febrero de 1810, el general francés Horacio Sebastiani manda ahorcar al heroico fraile capuchino Fernando Berrocal, quien levantó al pueblo de Málaga contra el ejército francés.
La ciudad de Málaga, ya se rebeló cuando en enero de 1810, conoció la entrada de los franceses en Andalucía por Sierra Morena y, un grupo de malagueños, liderados por el coronel Vicente Abello, provocó una revuelta contra la Junta Local, que parecía decidida a rendir la ciudad.
Uno de los más entusiastas frente a los franceses, fue el fraile capuchino Fernando Berrocal que junto con otros patriotas, se dedicaron a excitar a las masas contra el invasor.
Abello se hizo con el mando de la plaza, proclamándose, a petición popular, “capitán general de los patriotas de Málaga”, y preparó a la ciudadanía para la defensa, negándose a la demanda de algunos concejales para que se rindiese, a los que replicó que; “el que tuviese miedo se fuera por mar o por tierra, que él tenía ocho mil hombres dispuestos para la lucha”.
A mediodía del 5 de febrero de 1810, Abello manda tocar generala, entablándose una lucha feroz calle por calle, pues aunque los franceses atacaron con saña, los malagueños les plantaron cara y respondieron con descargas de artillería y luchando en un cruento enfrentamiento.
Sin embargo, la superioridad francesa en hombres y medios pronto se hizo patente y, a media tarde, tan solo una pieza de artillería resistía en el camino de Antequera y comenzó el caos, por lo que Abello, temeroso de ser apresado, huyó por el camino del Colmenar dejando abandonados a sus hombres a merced de los invasores.
Las tropas napoleónicas entraron en Málaga por tres lugares; Zamarrilla, calle Mármoles y la plaza de la Constitución, dirigiéndose hacia Santo Domingo y el Perchel a través de la Alameda, pese a que la resistencia de soldados y paisanos malagueños era encarnizada en todas las calles.
A primeras horas de la noche, los franceses con el general Sebastiani al frente, dominaban la ciudad, siendo muy frecuentes, los actos vandálicos y saqueos por parte de los invasores.
El coronel Abello logró escapar a Cádiz, donde fue detenido y posteriormente libertado por las Cortes, mientras muchos de los patriotas, como el capuchino Berrocal, aunque al principio logró huir, fue apresado en Motril -Granada- por el Gobernador José Juncar Tudó, colaborador de los franceses, entregándolo a estos que le hicieron ahorcar, junto con otros que habían resistido a la invasión.
Vicente Abello, fue absuelto en 1820 por un Consejo de Guerra, que ordenó se le pusiese en libertad y se le pagasen sus sueldos atrasados, declarándolo uno de los hombres más dignos de la nación, por lo que este presentó ante el rey Fernando VII un relato en el que reivindicaba su actuación, como heroica.
Málaga, fue la única capital andaluza que, hasta entonces, se había atrevido a levantarse contra las tropas napoleónicas y por ello, el general Sebastiani impuso a los malagueños una multa de 12 millones de reales, manteniendo dos años de dura ocupación, hasta su liberación en agosto de 1812.
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