Tal día como hoy 29 de noviembre de 1291, Jaime II y Sancho IV firman el Tratado de Monteagudo.
Jaime II de Aragón y Sancho IV de Castilla venían enfrentándose militarmente por causa del apoyo que el rey aragonés proporcionaba a los infantes de la Cerda, aspirantes al trono castellano.
Pero ambos monarcas precisaban la paz; Sancho IV para tener estabilidad en su reino, antes las peligrosas reivindicaciones al trono de los infantes y también para poder acometer la conquista de Granada.
Sin embargo, también Jaime II la necesitaba, para dedicar todos sus esfuerzos a conservar Sicilia, por lo que el encuentro entre ambos monarcas no se hizo esperar, pues ambos estaban interesados en él.
Como consecuencia de este interés mutuo, surgió “La Paz, Tratado o Concordia de Monteagudo”, firmado entre ambas coronas, en la localidad soriana de Monteagudo de las Vicarías, en él se acordó una alianza sellada con el matrimonio de Jaime II de Aragón con Isabel, hija primogénita de Sancho IV de Castilla, la cual murió poco después de dicho tratado y cuya muerte provocó que se rompiera de nuevo la alianza entre los dos reinos.
Este matrimonio por razones políticas, duró muy poco al ser frustrado por el Papa a causa de la consanguinidad de los prometidos, anulándose en 1294 sin dejar descendencia, pues lo más seguro es que no llegase a consumarse, ya que Isabel de Castilla, cuando se casó con Jaime II, solo tenía ocho años.
Con la paz de Monteagudo se repartía en la práctica el Mediterráneo norteafricano, de manera que la Corona de Aragón se reservaba las costas de Argelia y Túnez, mientras Jaime II se comprometió a ayudar a Castilla en la toma de Tarifa, y se declaraba que ambos monarcas serían "Amigos de sus amigos y enemigos de sus enemigos", no debiendo acoger en sus reinos a ningún caballero sin previo consentimiento del otro, así como se pactó “un apoyo de quinientas lanzas castellanas” para el caso de un nuevo conflicto entre Aragón y Francia por el asunto de Sicilia.
Al rey aragonés le interesaba resolver el conflicto de Sicilia, que en junio de 1291, la había incorporado a la corona de Aragón, con lo cual incumplió lo pactado con el papado y con Francia en el Tratado de Tarascón, firmado en febrero de ese mismo año.
Como Jaime II, temía la contestación armada de sus enemigos - Francia y el Papa – buscó un firme aliado peninsular y un mediador fiable, en la persona del rey castellano y al mismo tiempo aseguraba tener sus manos libres para sus empresas mediterráneas.
Con este acuerdo, Sancho IV frenó con éxito las aspiraciones del pretendiente la Cerda al trono castellano, a la par que consiguió, de forma indirecta, proyectar su influencia en el área mediterránea, mientras que para Jaime II, el acuerdo significó la posibilidad de mantener Sicilia unida a Aragón.
Sin embargo la muerte de Sancho IV, hizo que Jaime II perdiera su más firme sostén, por lo que se vio obligado a renunciar a Sicilia en 1195 y a la etapa de colaboración entre Castilla y Aragón, le siguió una de enfrentamientos, durante el desgobierno castellano en la minoridad de Fernando IV, hijo de Sancho IV, durante la que el astuto rey aragonés, arrebató territorios murcianos a Castilla, que serían causa de futuras disputas y enfrentamientos armados entre ambos reinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario