Tal día como hoy 21 de noviembre de 1953 el Museo de Historia Natural de Londres anuncia que “el Hombre de Piltdown”, era un fraude.
Fue este uno de los más grandes engaños en la historia de la paleo-antropología, pues se creyó verdadero durante cuarenta y cinco años, desde su descubrimiento en 1908, hasta 1953 cuando la mentira fue finalmente sacada a la luz.
La historia del fraude se basó en unos restos óseos descubiertos en Inglaterra en 1912, en una cantera del pueblo de Piltdown, que el arqueólogo aficionado Charles Dawson, presentó en la Sociedad Geológica de Londres.
Durante años, se mantuvo un debate sobre el origen de estos restos y la prensa dijo que muy probablemente correspondían al “eslabón perdido”, siendo aceptados por la comunidad científica sin mayores análisis, debido a que era idéntico a la idea que en aquella época se tenía sobre el eslabón perdido - un gran cerebro y rasgos simiescos - idea contraria a la existente ahora.
No obstante, cada vez comenzaron a surgir más dudas sobre su antigüedad y origen, hasta que finalmente, un dentista determinó que los dientes correspondían con seguridad a un orangután, el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano.
A partir de entonces, los análisis demostraron que el enterramiento había sido falso, así como que el color oscuro de los huesos se debía a un tratamiento químico, para disimular las diferencias de color entre la mandíbula - más moderna- y el cráneo, más antiguo.
Nadie sabe quién cometió el fraude, atribuyéndose a los descubridores originales, sobre todo a Dawson por su patrioterismo, ya que en las islas británicas no había sido descubierto ningún fósil humano, mientras que en el resto de Europa sí.
A pesar del descubrimiento del engaño, se ha erigido por suscripción popular, un monumento honorífico a estos restos y el propio Woodward, reputado antropologo, asistió a la inauguración.
A la gente les encanta ser engañada y seguir luego viviendo en el fraude...
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