Tal día como hoy 29 de julio de 1587, el papa Sixto V y el rey español Felipe II firman un tratado secreto para emprender la guerra contra Inglaterra, ante los continuados ataques a intereses españoles, la intromisión en los Países Bajos, el problema religioso y la ejecución de María Estuardo
Con la firma de este tratado, se reinició la guerra hispano inglesa, conflicto entre los reinos de Inglaterra y España, que comenzó con victorias inglesas en Cádiz en 1587, y la pérdida de la Armada Invencible en 1588, pero diversas victorias españolas como la de la Contraarmada inglesa en 1589, y la rápida recuperación de España, acabaron por debilitar a Inglaterra y desembocaron en la firma de un tratado de paz favorable a España en 1604.
La guerra comenzó en octubre de 1585 y ese año Drake navegó por la costa oeste ibérica, saqueando Vigo y Cabo Verde, cruzó a las Indias Occidentales, capturando Santo Domingo y Cartagena de Indias, por cuya devolución exigió el pago de un rescate y San Agustín - Florida-, hasta que Felipe II, mandó armar una gran flota para invadir Inglaterra.
La ejecución de María I de Escocia en febrero de 1587, ultrajó a los católicos de Europa, mientras su reivindicación al trono fue heredada por Felipe, que en julio del mismo año, recibe autorización del papa Sixto V para deponer a Isabel, que ya en 1570 había sido excomulgada por Pío V.
En abril de 1587, Drake llevó a cabo una expedición en las costas de la península ibérica: atacó la flota amarrada en la bahía de Cádiz, desembarcó en el Algarve destruyendo varias fortalezas, y en el transcurso de la expedición consiguió hundir 20 barcos españoles, retrasando los planes españoles de invasión más de un año.
En agosto de 1588 los planes españoles de invasión de Inglaterra se hicieron efectivos: la llamada "Armada Invencible", dirigida por el duque de Medina Sidonia, atacó a la flota inglesa en el canal de la Mancha, pero las malas condiciones climatológicas y la pésima dirección - al almirante se mareaba en el mar -, provocaron la pérdida de 37 naves españolas de un total de 154, cuyo fracaso permitió a Inglaterra continuar sus ataques a los territorios españoles y la ayuda a los Países Bajos y a Francia.
En 1589 las fuerzas inglesas bajo el mando de Francis Drake atacaron La Coruña, de donde fueron rechazadas y siguieron hacia Lisboa, donde fracasaron en su intento de provocar un levantamiento portugués. El fracaso de la Contraarmada inglesa, que perdió más de 40 navíos entre hundimientos y capturas, causó grandes pérdidas en el tesoro isabelino, y permitió a Felipe reconstruir la flota española del Atlántico, que volvió a tener supremacía.
Entre 1595 y 1596, una expedición inglesa contra los asentamientos españoles en el Caribe, comandada por Drake, fue derrotada primero en Las Palmas de Gran Canaria y luego frente a fuerzas españolas muy inferiores, en diferentes localizaciones caribeñas.
Tras la muerte de Felipe II en 1598, su sucesor Felipe III de España, proseguiría la guerra contra Inglaterra y tras la muerte de Isabel I en 1603, su sucesor Jacobo I de Inglaterra firmó en 1604 el Tratado de Londres con Felipe III, mediante el cual ambos países acordaban el fin de la guerra.
El resultado final para España fue positivo, convirtiéndose en la principal potencia europea en el siglo XVII, hasta que las derrotas contra Francia en la guerra de los Treinta Años y el ascenso del poderío naval neerlandés, acabaron reduciendo a España, a una potencia más.
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