Tal día como hoy 2 de julio de 1839, tiene lugar una rebelión de esclavos ocurrida en el buque Amistad. La posterior absolución de los amotinados, a los que se considerarán víctimas de secuestro y no mercancías, será una importante victoria para el abolicionismo en América
El Tratado de Alcaçovas de 1479, firmado entre Portugal y Castilla para poner fin a las disputas entre ambos reinos, dejó la costa atlántica de África bajo la órbita lusa y, con ella, el lucrativo comercio de esclavos.
Con el descubrimiento de América, Portugal pasó a ser la primera potencia esclavista de Europa, hasta mediados del siglo XVI, ya que la necesidad de mano de obra en ultramar, debido al desplome demográfico indígena y las limitaciones jurídicas a la explotación de los indios, incentivó el traslado de cientos de miles de esclavos negros, a través de la concesión de licencias.
Las ganancias hicieron sumarse a otros países, de forma que el número de africanos arrancado de su hogar y llevado al Nuevo Mundo se multiplicó hasta sumar varios millones, incluso teniendo en cuenta que casi un veinte por ciento se perdió en el viaje.
A finales del primer tercio del siglo XIX los escrúpulos éticos, empezaron a cristalizar en un abolicionismo humanista, también influido por motivos más prosaicos, como la “Revolución Industrial” que precisaba, obreros que tuvieran cierta cualificación y capacidad adquisitiva para reinvertir lo ganado, lo cual casaba mal con el esclavismo, aunque algunas naciones como España y Portugal se negaron a suprimir esa institución porque no estaban dispuestas a prescindir de su barata mano de obra en ultramar.
En ese contexto, se situó el caso de una goleta de apenas treinta y siete metros de eslora, que tras ser comprada por un empresario español, la rebautizó Amistad y en el verano de 1839 realizó un viaje especial con medio centenar de esclavos de Sierra Leona, de los quinientos que el buque portugués Tecora había desembarcado en la capital cubana para vender de forma clandestina.
Al cuarto día de navegación los africanos se libraron de sus cadenas y, liderados por el carismático Joseph Cinqué, se apropiaron de una partida de machetes destinada a la siega de caña de azúcar, matando al capitán Ramón Ferrer y al cocinero, que se había pasado el trayecto burlándose de ellos y atemorizándolos con que les iban a devorar.
La situación era difícil para los amotinados y estos pusieron proa a la costa de Estados Unidos donde, a la altura de Long Island y ya sin provisiones, fueron abordados por el bergantín Washington, de la US Navy,siendo desembarcados en New Haven, iniciándose un largo proceso jurídico, ya que la Corona española exigió la devolución, igual que hizo el propietario del barco.
En 1840, el tribunal federal declaró que los africanos habían sido secuestrados de su hogar y transportados ilegalmente en violación de las leyes españolas, por lo que consideró que actuaron en defensa propia; en consecuencia, les absolvió y concedió la libertad.
Al año siguiente, los treinta y cinco esclavos que aún quedaban vivos pudieron regresar a África, gracias a las aportaciones de diversas instituciones benéficas y particulares y se establecieron en Freetown, ciudad convertida en punto de asentamiento de esclavos liberados desde que los británicos ubicaran allí a los que lucharon en sus filas contra los colonos americanos.
En cuanto a la goleta Amistad, finalmente fue subastada y adquirida por un marino,que, tras rebautizarla "Ion", la dedicó al transporte de alimentos entre Nueva Inglaterra y las Bermudas.
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