Tal día como hoy 20 de octubre de 1982 el poeta granadino de la generación del 36, Luis Rosales fue galardonado por la Real Academia de la Lengua de España con el Premio Cervantes .
Octavio Paz, galardonado en la edición anterior, fue uno de los miembros del jurado que concedió el premio, dotado con diez millones de pesetas, y explicó en sus declaraciones que Rosales “sabe tocar los temas que diríamos metafísicos si no estuviera gastada la palabra”.
Estudiante de Filosofía, Letras y Derecho en Granada, acabó por trasladarse a Madrid en 1930 y se sumergió en el ambiente de despertar cultural e intelectual que se vivía en la capital española. Sus primeras publicaciones aparecen en revistas como Los cuatro vientos o El gallo y en ellos se deja entrever la influencia de Garcilaso de la Vega en su estilo.
Tras la guerra, y debido a su proximidad con algunos aspectos del régimen franquista, permaneció en España y fue el máximo exponente de la llamada “poesía arraigada”, aquella que no criticaba la situación que estaba viviendo el país bajo la dictadura.
En su carrera literaria destacan las abundantes colaboraciones en revistas de la época, su participación en la Hispanic Society of America y su ingreso como miembro de número de la Real Academia Española en 1962. Sus obras más destacadas son La casa encendida (1949) y Diario de una resurrección (1979).
No fue este el único premio que obtuvo el autor de La casa encendida (1949), que también obtuvo otros galardones como el Premio de la Crítica en 1970, el Premio Miguel de Unamuno en 1972 y el Premio Nacional de Ensayo en 1973.
La conjunción en Luis Rosales del "prosista y critico atento al pasado de España", y el poeta "que sabe tocar los temas que diríamos metafísicos si no estuviera gastada la palabra", es según Octavio Paz, razón suficiente para la elección del poeta español como Premio Cervantes 1982. Eso declaró en la conferencia de Prensa en la que el jurado presidido por la ministra de Cultura, Soledad Becerril, hizo público el fallo.
Octavio Paz definía su propia actitud de voto, después de la conferencia de Prensa y casi off the record, como de corazón dividido. "Me hubiera gustado, por una parte, estar en el jurado que concedía un premio a Bergamín, escritor a quien admiro y quiero. Pero también me interesa, admiro y siento profunda amistad por Luis Rosales. Estoy ciertamente satisfecho de esta decisión".
A diferencia de otros años, en que las tensiones, inevitables cuando se trata de elegir, habían trascendido las deliberaciones ocultas del jurado para llegar a la conferencia- de Prensa en que se hacía pública la decisión, este año discurrió todo sin ningún alarde.
Octavio Paz hizo un cálido e inteligente elogio del premiado. "Confluyen en él", dijo, "el prosista y crítico atento al pasado de España -y hay que recordar su excelente trabajo sobre Villamediana- y también el poeta. Luis Rosales", sigue Octavio Paz, "apareció como un poeta de la tradición española. En aquel su primer libro, Abril, publicado precisamente por José Bergamín y su revista Cruz y Raya en 1935, aparecía ya como un maestro del tratamiento de las formas métricas tradicionales españolas".
"Pero La casa encendida", sigue Octavio Paz hablando del libro más conocido de Luis Rosales, "le revela como el maestro del verso libre, pero Luis Rosales lo ha hecho suyo de una manera absoluta y particular". "Si esto sólo sería bastante, hay además otro tema: la poesía de Rosales se podría llamar metafísica si la palabra no estuviera gastada.
Lo cierto es que toca los temas que afectan al destino del hombre: por qué estamos en la tierra, por qué nacemos, por qué morimos, cómo nos enamoramos...". El resultado es según Paz, "magistral y poderoso".
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