Tal día como hoy 22 de octubre de 1906, muere Paul Cézanne, un pintor francés post-impresionista, considerado el padre de la pintura moderna, cuyas obras establecieron las bases de la transición entre la concepción artística decimonónica hacia el mundo artístico del siglo XX, nuevo y radicalmente diferente
Sin embargo, mientras vivió, Cézanne fue un pintor ignorado que trabajó en medio de un gran aislamiento. Desconfiaba de los críticos, tenía pocos amigos y, hasta 1895, expuso sólo de forma ocasional. Fue un «pintor de pintores», que la crítica y el público ignoraban, siendo apreciado sólo por algunos impresionistas y, al final de su vida, por la nueva generación.
El interés por la pintura y el dibujo del joven Cézanne le acompaña desde su infancia. En su región de origen de la Provenza fracesa entabló relación con el también célebre Émile Zola, una relación que más tarde, en la vida adulta, se rompería, lo que influiría notablemente en su carrera.
Pese a su vocación, se matriculó en la facultad de Derecho, hasta que decidió marcharse a París para dedicarse a su pasión. Allí comenzó a absorber influencias de Caravaggio y de Velázquez, pero no llegó a ingresar en la Academia de Bellas Artes, y acabó volviendo a su ciudad natal.
Instalado en Aix, comenzó su producción artística, hasta que en 1895 una exposición, que contó con el apoyo de artistas como Renoir y Monet, le abrió las puertas del reconocimiento profesional, y del Salón de los Independientes.
Cézanne intentó conseguir una síntesis ideal de la representación naturalista, la expresión personal y el orden pictórico. Al igual que Zola con el realismo literario, Cézanne manifestó un interés progresivo en la representación de la vida contemporánea, pintando el mundo tal como se presentaba ante sus ojos, sin preocuparse de idealizaciones temáticas o afectación en el estilo.
Luchó por desarrollar una observación auténtica del mundo visible a través del método más exacto de representarlo en pintura que podía encontrar. Con este fin, ordenaba estructuralmente todo lo que veía en formas simples y planos de color. Su afirmación “Quiero hacer del impresionismo algo sólido y perdurable como el arte de los museos”, subraya su deseo de unir la observación de la naturaleza con la permanencia de la composición clásica.
Son muy características y fácilmente reconocibles sus pinceladas, a menudo repetitivas, sensibles y exploratorias. Estas pequeñas pinceladas y planos de color se conjugaban para formar campos complejos, expresando al mismo tiempo las sensaciones del ojo que observa y una abstracción de la naturaleza observada.
Puede decirse que Cézanne crea el puente entre el impresionismo del siglo XIX y el nuevo estilo de principios del siglo XX, el cubismo.
Paul Cézanne pasaría a convertirse en uno de los artistas más influyentes del siglo XX, y una de las semillas del movimiento cubista.
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