Tal día como hoy 4 de octubre de 1669 falleció. Rembrandt Harmenszoon van Rijn, uno de los artistas más importantes y significativos de la pintura holandesa. A pesar de ser un pintor de gran talento que recibió el respeto y el reconocimiento que le correspondían en vida, sus últimos años los pasó en una situación de pobreza y acabó muriendo en la miseria.
Nacido en el seno de una acomodada familia de molineros, Rembrandt van Rijn recibió una esmerada educación y llegó a ingresar en la Universidad de Leiden, donde estudió un curso, ya que por entonces decidió dedicarse a la pintura. De los dos maestros que tuvo, uno en Leiden y otro en Amsterdam, fue este último el que más influyó en el artista y el que le transmitió las tendencias italianizantes en boga. De hecho, sus primeras creaciones (como la Lapidación de san Esteban) manifiestan una evidente influencia del estilo de Pieter Lastman.
Fue aprendiz de grandes pintores de la época como Jacob van Swanenburgh o Pieter Lastman pero decidió abrir su propio estudio alrededor de 1624. En su estilo pictórico se puede destacar un dominio absoluto en el uso de la luz y la sombra, que empleaba para centrar la dirigir del espectador y crear una atmósfera con gran profundidad. Desde 1628 aceptó aprendices y alumnos y en 1631 a raíz de la muerte de su padre regresó a Ámsterdam.
En Amsterdam, se asoció con el marchante Hendrick van Uylenburgh, con cuya hija, Saskia, se casó. Comenzó entonces para él una etapa de prosperidad económica y de vida mundana, que se truncó repentinamente en 1642, año de la muerte de su esposa. Los reveses económicos se sucedieron, hasta que en 1656 se vio obligado a subastar todas sus pertenencias (casa, colecciones de arte, etc.). El consuelo le llegó de la mano de Hendrickje Stoffels, que entró a su servicio para hacerse cargo de su hijo Tito y con quien mantuvo una relación sentimental, sin llegar a casarse con ella para no perder la herencia de Saskia.
Las dos etapas, próspera y adversa, de la vida de Rembrandt van Rijn se reflejan en sus obras, particularmente en los autorretratos, un género que el artista cultivó a lo largo de toda su carrera; mientras que los primeros son alegres, brillantes y un tanto superficiales, los de los últimos años tienen un carácter sombrío, sereno, y reflejan una profundidad muy superior. De los numerosos géneros que cultivó, el religioso y el retrato fueron los dos en que más brilló su talento de maestro del Barroco.
A Rembrandt se le recuerda, de hecho, sobre todo por sus magistrales retratos de grupo, absolutamente alejados de los convencionalismos al uso. La maestría compositiva, la perfecta caracterización de los personajes, el detallado estudio de los ademanes, la agudeza de los rostros, hacen de sus tres grandes creaciones de este género (La lección de anatomía del doctor Tulp, La ronda de noche y Los síndicos del gremio de pañeros) unas obras llenas de vida y de genio.
Entre sus cuadros más famosos podemos destacar La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, La ronda de noche o El retorno del hijo pródigo además de todos sus autorretratos. Los temas más recurrentes de la obra de Rembrandt fueron míticos, bíblicos o históricos y en todos ellos conseguía otorgar una profunda compasión hacia la humanidad.
Los últimos años de vida del pintor estuvieron marcados por la desgracia tras la muerte de su esposa, su amante y su hijo Titus. Se vio obligado a vender su casa y sus posesiones y acabó muriendo en la miseria.
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