Tal día como hoy, 17 de agosto de 1585, los tercios españoles mandados por Alejandro Farnesio entran en la ciudad de Amberes tras un asedio de casi un año.
El asedio comenzó a mediados de 1584, después de una racha de victorias del capitán general Alejandro Farnesio, sobre las tropas rebeldes.
La conquista por parte de los Tercios españoles de este enclave, protegido por diez baluartes, un foso inundado y el río Escalda, le daba fama de inexpugnable, se consumó gracias a la construcción de un puente de 800 metros de largo y 4 de ancho sobre el río.
La construcción del puente consistió, en colocar unos postes de madera verticales sobre el lecho del río, unidos luego por vigas de madera transversales, sobre este armazón se colocaron los tablones, que daban forma al suelo. En los dos extremos del puente, se levantaron dos baluartes.
Los últimos 600 metros del puente, se tuvieron que hacer colocando, una hilera de barcas sujetas con cuerdas y maderas, con las que luego se creó el suelo. Para la defensa del puente, se colocaron 97 piezas de artillería y a los lados, una línea de pequeñas barcazas, unidas de tres en tres. La obra se terminó, en tan solo siete meses.
El asedio fue duro, la conquista de baluartes, y fortines costó muchas bajas en ambos bandos. Para conseguir la madera necesaria, para construir el puente, hubo que asaltar la arboleda de Terramunda, en el transcurso de este asalto, murió el maestre de campo Pedro de Paz, a causa de un disparo en la frente.
Se dice que dio tanta pena la muerte del maestre entre sus hombres, que consiguieron trasladar en los hombros los cañones, hasta las mismas murallas con el agua en el pecho, pues los holandeses, con el fin de frenar a los españoles, habían roto los diques de contención, anegando todo el campo.
Los españoles, cada vez ganaban más terreno y los sitiados guardaban la esperanza de la ayuda de una flota, al mando de Justino de Nassau, hijo bastardo de Guillermo de Orange, con la que se suponía, que abastecería la ciudad de agua y víveres y además, rompería el puente sobre el río Escalda.
Para este plan, los holandeses contaron con el ingenio italiano, Federigo Giambelli, que enfadado con España, se pasó al bando holandés, este, creó unos barcos que tenían una torreta hecha de piedras y ladrillos, en las que se introducía objetos, haciendo de metralla, y pólvora.
Estos barcos-mina, se untaban de pez, para ser totalmente impermeables al agua y no mojar la pólvora. Los barcos-mina, cumplieron muy bien su cometido, explotaron y segaron la vida a un centenar de hombres. El puente tuvo que ser reparado a duras penas.
Para que no volviera a ocurrir, Alejandro Farnesio, encomendó al coronel Mondragón, la construcción de un contradique, con la que defenderse de estos buques. Mondragón, terminado el contradique, tuvo que rechazar un ataque de las fuerzas navales de Justino de Nassau y de barcos, procedentes de Amberes y lo consiguió.
Pasó el tiempo y los holandeses, consiguieron reunir una flota de 160 barcos de diferente calado, con la que querían arrollar el contradique. Los holandeses arrollaron los puestos avanzados españoles, pero en el contradique, los españoles consiguieron frenar el empuje de la flota holandesa, gracias a que se llevó al mismo un tercio de españoles e italianos, que consiguieron resistir hasta que se llevaron más refuerzos al dique.
Luego los españoles asaltaron los buques holandeses, en un cuerpo a cuerpo que duró ocho horas y en la que los españoles, consiguieron tomar 25 naves y 75 cañones. En esta jornada los muertos del bando rebelde se contabilizaron en unos 3000 y en el bando imperial unos 1000, de los cuales casi 500 eran españoles.
Al fin, la ciudad se rindió el 17 de agosto de 1585, entrando los tercios españoles por las puertas teniendo al frente a su jefe, Alejandro Farnesio.
La victoria fue celebrada por los soldados, con un gigantesco banquete sobre el puente del Escalda, con mesas que se extendían de orilla a orilla del río. Se cree que la celebración duró tres días.
Tras las celebraciones, desmantelaron el puente sobre el río y se reconstruyó la ciudadela-fortaleza, levantada por el duque de Alba, que el de Orange, había posteriormente derruido.
Al conocer Felipe II la victoria de Amberes, otorgó el Toisón de Oro a Alejandro Farnesio por su fidelidad y valor. Este episodio constituye uno de los más brillantes de los Tercios y supuso un alarde, de ingeniería,y despliegue táctico.
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