Tal día como hoy, 19 de octubre de 1469, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, acordaron en la localidad castellana de Valladolid, en el Palacio de los Vivero. casarse en secreto.
La boda secreta de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, tuvo lugar el 19 de octubre de 1469 en Valladolid, en el Palacio de los Vivero. El enlace fue clandestino y secreto, porque Isabel estaba vigilada por su hermano el rey Enrique IV, quien quería que se casara con otro pretendiente, y porque se necesitaba una bula papal, que el Papa Paulo II les había negado, debido a la consanguinidad entre los cónyuges.
Fernando, tuvo que viajar disfrazado de mozo de mula, y la ceremonia se celebró con una bula falsa, lo que provocó la excomunión inicial de la pareja y un escándalo que, sin embargo, desembocó en una guerra civil de la que salieron victoriosos, Fernando e Isabel los futuros "Reyes Católicos".
El 19 de octubre de 1469, el príncipe Fernando de Aragón y la princesa Isabel de Castilla, se desposaron en Valladolid. Para ser un matrimonio, que determinaría el curso de la historia, se celebró sin ninguna pompa; el esposo incluso tuvo que acudir en secreto y disfrazado de mozo de mula de unos mercaderes.
Razones tenía de sobra, ya que sabía que la boda que se iba a celebrar, no era válida a efectos religiosos y, por si fuera poco, habían falsificado una bula, supuestamente emitida por un Papa, que llevaba cinco años muerto.
La boda no podía realizarse, según la doctrina eclesiástica, por la consanguinidad de los cónyuges: ambos eran bisnietos de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón, lo que les convertía en primos, si bien lejanos. Para autorizar el matrimonio habría sido necesaria una bula papal, pero el Papa Paulo II se negó a concedérsela, ya que esto significaba meterse de lleno, en el conflicto sucesorio por la corona de Castilla.
El rey castellano Enrique IV, medio hermano de Isabel, por parte de padre, había accedido a nombrarla sucesora suya solo con la condición de elegir a su esposo: Isabel se disputaba el derecho a la corona con Juana, "la Beltraneja" la hija de Enrique IV. un conflicto que acabaría años después, en una guerra por la sucesión al trono de Castilla. Juan II de Aragón, aprovechó el conflicto para prometer a su hijo Fernando, con Isabel, a cambio del apoyo de su reino, a las aspiraciones de esta.
La boda era de gran interés, tanto para el rey de Aragón –que, habiendo tenido un reinado convulso, quería asegurar mayor poder para su hijo– como para el bando isabelino en Castilla–que podía esgrimir la alianza dinástica, en favor de su candidata–.
Por lo tanto, al no contar con la bendición del Papa en vida, optaron por atribuírsela a uno que ya estaba muerto: a tal fin sobornaron a Antonio Jacobo de Véneris, nuncio apostólico, para que "fabricara" una bula firmada por Pío II, el pontífice que había muerto, cinco años antes y que, supuestamente, permitía el matrimonio entre primos, hasta el tercer grado.
Habiendo obtenido el documento, aún quedaba burlar la oposición de Enrique IV. Por ello, el príncipe Fernando fue trasladado en secreto a Castilla, donde le esperaba Isabel, que había rehuido la férrea custodia de Enrique, con la excusa de visitar la tumba de su difunto, hermano Alfonso.
La falsa bula, convenció al obispo de Segovia, que permitió el enlace; pero una vez que la boda se hubo celebrado, el engaño no pudo mantenerse y les costó la excomunión a ambos príncipes, y a Isabel, el enfrentamiento abierto con su hermano, el rey castellano.
A la vergüenza de haber sido engañado y de que su hermana, no hubiera respetado el acuerdo que le daba derecho a elegir a su esposo, se unía el revuelo causado por la falsificación, de la bula papal y el bochorno de la relación en sí, que a efectos religiosos no solo no era válida –aunque hubiera sido oficiada– sino que además era incestuosa.
La solución, sin embargo, llegó del propio Vaticano: en 1471, el papa Sixto IV envío al cardenal Rodrigo Borgia –quien se convertiría a su vez en Papa en 1492, con el nombre de Alejandro VI– como legado pontificio.
El astuto cardenal, hizo un trato con Isabel y Fernando: les entregaría una bula que legitimara su matrimonio –la cual en realidad, según las fuentes históricas, ya estaba en su poder– a cambio de que estos, si lograban prevalecer en sus aspiraciones al trono, concedieran la ciudad de Gandía y el título de duque, a su primogénito, Pedro Luis Borgia.
La Bula de Simancas, como así fue llamada, ponía fin a dos años de escándalo y legitimaba un matrimonio, que ya era un hecho consumado. Sin embargo, el conflicto estaba lejos de acabar, ya que parte de la nobleza castellana, nunca aceptó la validez del enlace y las aspiraciones de Isabel al trono, que consideraban que pertenecía por derecho a Juana "la Beltraneja", la hija de Enrique IV.
Estas tensiones acabarían por causar, una guerra civil en Castilla entre 1475 y 1479, del que emergería victoriosa la facción isabelina y, con su marido convertido ya en rey de Aragón, empezarían un capítulo decisivo, para la historia de sus reinos.
El matrimonio que Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla sellaron el 19 de octubre de 1469, logró la unión dinástica, que no territorial, entre la Corona de Aragón y Castilla y sentó las bases, de la actual España.


No hay comentarios:
Publicar un comentario