viernes, 12 de abril de 2019

1816, el año que no hubo verano

Tal día como hoy 12 de abril de 1815, entra en erupción el volcán Tambora en las islas de la Sonda – Indonesia - que deja un saldo de 62.000 víctimas.

Fue la erupción volcánica más grande que se haya registrado nunca, oyéndose sus explosiones a más de 2500 kilómetros de distancia y arrojando la ceniza a más de 600 kilómetros, causando un tsunami en Indonesia, con una altura de 4 metros.

La columna de cenizas era tan alta, que llegó hasta la estratosfera y las partículas más finas permanecieron en la atmósfera hasta años después, siendo esparcidas alrededor del mundo creando fenómenos ópticos en el cielo, durante mucho tiempo en las puestas de sol.

El número estimado de muertos varía dependiendo de la fuente, pero las más fiables hablan de 12.000 muertes causadas por los efectos directos de la erupción y 50.000 por causas derivadas de ella, como hambrunas y epidemias.

Coincidió, al  mismo tiempo, con un período de baja actividad del Sol, que también influyó, pero fueron mucho más las cenizas las que impidieron que la luz solar llegara a la Tierra, con el consecuente enfriamiento del clima.

El invierno siguiente, fue extremadamente frio y también la primavera y en verano. En Francia, se perdió la cosecha de vino, en Irlanda llovió durante todo aquel verano y la humedad tan extrema provocó la epidemia de tifus que vivió el país entre 1816 a 1819.

Se cuenta que, a orillas del Lago Ginebra, en Suiza, aquel verano de 1816, se encontraban en la Villa Diodati, alquilada por el poeta Lord Byron y su esposa, con la escritora Mary Shelley, aburridos, sin poder salir de casa a causa de las lluvias, inventando Lord Byron, el juego de quién escribiría la narración más terrorífica.

Y de la pluma de Mary Shelley, salió Frankestein y de la Lord Byron un poema inspirado en el clima al que llamó Darkness (Oscuridad).

 “Tuve un sueño, que no era del todo un sueño./ El brillante sol se apagaba, y los astros/ vagaban diluyéndose en el espacio eterno,/ sin rayos, sin senderos, y la helada tierra/ oscilaba ciega y oscureciéndose en el aire sin luna;/ la mañana llegó, y se fue, y llegó, y no trajo/consigo el día,/Y los hombres olvidaron sus pasiones ante el terror/ de esta desolación....” (Fragmento del poema Oscuridad)

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