Tal día como hoy 17 de abril de 1838, comienza entre Francia y México la conocida como “Guerra de los pasteles”.
Fue el primer conflicto bélico entre ambos países, enmarcado en un intento francés de conseguir privilegios económicos en Hispanoamérica.
Los comerciantes franceses residentes en México, enviaron reclamaciones a su gobierno, la más importante de todas ellas era la del dueño de un restaurante, donde algunos oficiales del presidente Santa Anna se habían comido en 1832 unos pasteles sin pagarlos, por lo cual exigía ser indemnizado con sesenta mil pesos.
Ese trivial motivo, fue la causa de que el pueblo mexicano identificase esta guerra con Francia, con el nombre de “Guerra de los Pasteles”.
Con semejante excusa por bagaje, el barón Deffaudis llegó a México con barcos de guerra, para apoyar las reclamaciones de su gobierno y envió un ultimátum con tales reclamaciones, por “los perjuicios sufridos durante los movimientos revolucionarios ocurridos en México”.
Al ver que México no cedía ante la presión, Francia envió veinte barcos más, exigiendo el pago en el término de treinta días de 800 000 pesos y al no ser aceptada tal demanda, la flota francesa abrió fuego contra el fuerte de San Juan de Ulúa y la ciudad de Veracruz, que el día siguiente capitularon.
El gobierno de México expidió un decreto declarando la guerra al Rey de Francia, e inmediatamente las tropas iniciaron la ofensiva contra los franceses.
Pero, aunque el bloqueo marítimo dañaba la economía mexicana, lo hacía también con la de otros países europeos y al mes de haber iniciado los combates, los británicos mediaron logrando que Francia suspendiese su agresión.
El 9 de marzo de 1839 se firmó un tratado de paz, en el que México se comprometía a pagar las indemnizaciones y Francia retiraba su flota, renunciaba a la indemnización por “gastos de guerra” y devolvía las naves incautadas.
Fueron, sin duda, los pasteles más caros de la historia.
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