martes, 2 de abril de 2019

La boda de Napoleón y María Luisa de Austria

Tal día como hoy 2 de abril de 1810, en París, con gran pompa y boato, celebra sus segundas nupcias el emperador Napoleón I al casarse con María Luisa, hija del emperador austriaco Francisco I, lo que le reportará importantes ventajas políticas, tras ser anulado su primer matrimonio, con Josefina, por el tribunal eclesiástico de París.

En 1810, Napoleón Bonaparte se separaba de su primera esposa, Josefina Beauharnais, quien no pudo darle el heredero ansiado y en su búsqueda, el emperador francés decidió fijar su interés en las casas reales más antiguas de Europa para que su futuro heredero, en caso de tenerlo, fuera de sangre real.

La escogida fue María Luisa de Habsburgo-Lorena, hija del emperador austro-húngaro, que sirvió para zanjar uno de los muchos conflictos bélicos que aquellos turbulentos años asolaron Europa, siendo la mayor de los hijos del emperador Francisco I de Austria, que creció durante un período de conflicto continuo entre Austria y la Francia revolucionaria.

María Luisa se crió en un ambiente de odio hacia todo lo francés, ya que su tía-abuela fue la desdichada reina María Antonieta, que fue guillotinada durante la Revolución Francesa. Además, en aquellos años, la familia real austriaca tuvo que huir en varias ocasiones de Viena por la continua amenaza de las tropas de Napoleón Bonaparte.

Una serie de derrotas militares a manos de Napoleón habían provocado una sangría  humana para  Austria, y en 1810 se firmaba la enésima paz entre la Quinta Coalición y Francia. De esta paz saldría el acuerdo matrimonial entre María Luisa y Napoleón, que marcó el comienzo de un breve periodo de paz y amistad entre Austria y el Imperio francés.

María Luisa, obedientemente, aceptó el matrimonio a pesar del gran desprecio que sentía hacia Francia, siendo una esposa obediente y adorada por Napoleón, ansioso por casarse con un miembro de una de las principales casas reales de Europa para consolidar su imperio y María Luisa relativamente joven, dio a luz un hijo que brevemente le sucedió como Napoleón II.

Cuando su esposo marchó hacia la nefasta aventura de Rusia, la emperatriz quedó como regente hasta que regresó en 1812. Se iniciaba entonces una nueva guerra de la Sexta Coalición contra el imperio francés y las potencias europeas, entre ellas Austria, reanudaron las hostilidades contra Francia y la guerra terminó, con la abdicación de Napoleón y con su exilio en Elba.

Napoleón escapó de Elba y volvió a restrablecer su poder en Francia y declarar la guerra, una vez más, a sus enemigos, hasta que en la batalla de Waterloo terminaría definitivamente el Primer Imperio Francés y con los sueños expansionistas de Napoleón.

María Luisa y su hijo permanecerían en París, hasta que se trasladaron a Viena donde vivieron bajo la custodia de su padre y en 1815 el Congreso de Viena reafirmó los títulos de María Luisa en Italia y se convertía en duquesa de Parma, Piacenza y Guastalla. pero quedó estipulado que no los podría heredar su hijo quien, además, no pudo viajar con su madre a sus nuevos dominios italianos.

Napoleón Bonaparte falleció el 5 de mayo de 1821 y cuatro meses después, su viuda se casaba con quien había sido su amante en los últimos tiempos, el Conde Adam Albert von Neipperg, con quien tuvo cuatro hijos.

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