Tal día como hoy 18 de abril de 1961, las fuerzas invasoras de exiliados cubanos adiestrados y financiados por la CIA estadounidense, se rinden a las milicias castristas en la Bahía de Cochinos (Playa Girón).
En 1961 la Revolución Cubana tenía solo dos años, en los cuales se habían generado suficientes problemas con su vecino demasiado cercano y demasiado poderoso, los Estados Unidos, como para que las relaciones diplomáticas normales pudieran mantenerse.
La nacionalización de intereses norteamericanos en Cuba y las medidas de expropiación, llevaron primero al cese de los contratos azucareros -fuente de ingresos fundamental para la isla- y luego la provisión de petróleo, hasta que en enero de 1961, el presidente Eisenhower rompió relaciones con el gobierno de Fidel Castro, que comenzó a acercarse más a la Unión Soviética, de la que acabaría siendo un satélite.
Desde marzo de 1960, Eisenhower había delegado en la Central de Inteligencia - CIA- la búsqueda de una solución al problema y este organismo comenzó a desarrollar la "Operación Pluto", para una invasión, cuyo entrenamiento comenzó en Guatemala y Nicaragua.
En la madrugada del 17 de abril de 1961, 1.400 exiliados cubanos desembarcaron en Bahía de Cochinos, una zona cenagosa que Castro conocía mejor que ellos, de los tiempos de la lucha guerrillera y Castro estaba al tanto de la invasión por una comunicación desde Guatemala, del periodista argentino Rodolfo Walsh.
Castro movilizó a 20.000 hombres, muchos de ellos sin formación militar, que asumieron un compromiso personal en el combate y había convertido el acto en una arenga patriótica. "¡Y defenderemos con estos rifles esta revolución socialista!", había dicho.
El presidente Kennedy, mientras tanto, decidía que no habría más apoyo a los exiliados que implicara una mayor exposición del país. Ya los bombardeos y la muerte de cuatro pilotos estadounidenses le parecieron precios demasiado altos.
Quizá el error más grande -según los expertos en el gobierno de Kennedy- sucedió dos días antes del desembarco y selló su suerte. Los ocho bombarderos que debían destruir la flota de aviones de Castro la dejaron casi intacta, y además fueron un aviso de la inminencia de la invasión.
Los combates duraron 66 horas, pero sin el factor sorpresa y sin el apoyo de Kennedy, los 1.400 rebeldes quedaron a su suerte y 114 brigadistas perdieron la vida, diez de ellos tras haberse rendido, mientras los transportaban. También hubo bajas entre los castristas: 156 cubanos murieron en la defensa del gobierno revolucionario.
El resto de la Brigada, 1.202 hombres, fue detenido y las negociaciones para su liberación duraron 20 meses, por medio de la gestión personal del hermano del presidente y ministro de Justicia, Robert Kennedy, a cambio de 53 millones de dólares en vacunas para niños. El primer contingente de brigadistas liberados llegó a los Estados Unidos el 23 de diciembre de 1962.
Seis días más tarde, Kennedy los honró en un acto en Miami, pero la ilusión no conmovió a los combatientes, que hasta el día de hoy se sienten traicionados por el ex presidente, asesinado en 1963.
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