Tal día como hoy, 15 marzo de 1938, el
mismo día de uno de los discursos de Hitler a más de siete millones
de personas, se declara que los judíos no podrán votar. Este hecho
tuvo lugar después del regreso de Hitler de su viaje a Austria, y
después de que el tesoro de Austria se fusionara con el de Alemania.
La primera mitad del siglo XX, fue una de las
épocas más oscuras de la Historia con dos grandes guerras que
causaron millones de muertes. Un porcentaje elevado de esos muertos
eran judíos, perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados por
los nazis.
Por ello pone los pelos de punta saber
que, durante la ascensión de Hitler al poder, logró hacerlo en
parte por ser apoyado por la “Asociación de Judíos Nacionales
Alemanes”.
El objetivo de dicha asociación era la
absorción de los judíos a través de la cultura alemana, huyendo de
las corrientes sionistas y renegando de los judíos del este, a los
que consideraban el enemigo y una amenaza a su nueva forma de
entender el judaísmo.
Hay que remontarse a mediados del siglo
XIX cuando una parte de los judíos alemanes comenzaron a rechazar
sus raíces. Se oponían a costumbres de su religión como la
circuncisión y el sabbath - el día de descanso lo pasaron del
sábado al domingo - .
Era tanto su rechazo que cuando surgió
el partido nazi, su devoción a Alemania les llevó a votar al
Partido Nazi, ajenos a lo que esa decisión supondría en pocos años.
El fin de esta asociación se produjo
el 18 de noviembre de 1935 cuando fue ilegalizada y disuelta. Su
fundador, Max Naumann, fue trasladado a un campo de concentración
por la Gestapo. Tal vez el partido nazi, conocedor de su pasado, fue
algo más benevolente y fue puesto en libertad días después.
El caso de Naumann no fue el único de
un judío afín al régimen nazi o de judíos que hicieron todo lo
posible aunque fuera amoral para su supervivencia y bienestar.
Mordechai Chaim Rumkowski fue un
empresario judío que no tuvo problema en ponerse al frente de la
asamblea que dirigía el gueto de Lodz. Transformó el gueto en un
infierno, llegando a obligar a las mujeres a prostituirse si no
querían acabar en un campo de concentración.
Otro caso es el de Stella Kübler, una
judía apodada como el “Veneno Rubio” que delató a más de 2300
compatriotas como espía de la Gestapo.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, tuvo
que enfrentarse a tres procesos judiciales. En uno de ellos, un
tribunal militar soviético la condenó en 1946 a diez años de
cárcel y trabajos forzados.
Después, se convertiría al
cristianismo y al antisemitismo y en 1994, con 72 años, se quitó la
vida saltando por la ventana de su apartamento de Friburgo, en
Alemania.
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