martes, 5 de enero de 2016

El atentado fallido contra Luis XV de Francia.

Tal día como hoy 5 de enero de 1757, el perturbado François Damiens atenta contra Luis XV de Francia,  siendo la última persona ejecutada con la pena para los regicidas.

Ese día, una carroza esperaba al Rey en el Patio Real y cuando el soberano bajaba su escalera interior  acompañado por el Delfín, el capitán de su guardia y dos oficiales de caballerizas, al salir de la sala, fue asaltado por un individuo que le golpea con fuerza.

El Rey creyó que le han dado un puñetazo, pero advirtio su mano está ensangrentada pues un  cuchillo haba penetrado entre la 4ª y la 5ª costilla, provocándole una herida larga pero superficial, siendo  conducido a su cámara, sangrando abundantemente hasta que acabó desmayándose.

El culpable fue un criado llamado Damiens. de 42 años, que sirvió a varios consejeros del Parlamento que vituperaron contra el Rey, exaltando a Damiens y tras ser expulsado de su último empleo en un colegio de Jesuitas y ser abandonando a su mujer y a su hija se obsesionó con la idea de  eliminar al monarca.

Tapándose el rostro, se abrió paso entre la guardia real y apuñaló al rey, aunque ningún órgano importante resultó afectado.

Cuando fue apresado, se pensó en unos cómplices o una conspiración, por lo que  fue torturado sin conseguir que culpase a nadie.

A  raíz del atentado y aunque el rey opinaba, que había sido un hecho aislado y declaró que perdonaba al autor, al tratarse de una tentativa de regicidio, se ordenó que fuera juzgado por la Gran Cámara del Parlamento, en lugar de sala ordinaria de las audiencias criminales.

Damiens intentó suicidarse cortándose los genitales, por lo que fue atado a su lecho por medio de  correas de cuero que le apresaban brazos y piernas y en ese estado se desarrollo el juicio, siendo en él condenado a muerte.

La pena impuesta fue la más cruel que se aplicaba: primero quemado con tenazas; luego descuartizado durante horas y su torso - aún  vivo - arrojado al fuego, para alegría del público.
 
Se ordenó que la casa del regicida fuera arrasada, prohibiendo volver a edificarla y su mujer, su hija y su padre fueron expulsados del reino.

El aventurero Giacomo Casanova presenció la ejecución, incluyendo esta escandalizada mención en sus memorias:

“Tuvimos el valor de presenciar la espantosa visión durante 4 horas... Damiens era un fanático que, con la idea de hacer una buena obra y obtener la recompensa celestial, había tratado de asesinar a Luis XV; y aunque el intento fue un fracaso, y solo produjo en el rey una leve herida, fue arrancado en pedazos como si el crimen hubiera sido consumado.(...)En varias ocasiones me vi obligado a apartar la cara y taparme los ojos mientras oía sus desgarradores alaridos, después de que la mitad de su cuerpo se hubiese separado de él (...).”

Ante la agitación general, el Rey pretendió cambiar de actitud y recuperar la confianza de sus súbditos, renunciar a sus amantes y preparar al Delfín para su sucesión, aunque sus propósitos  no durarían mucho tiempo pues su amante  Pompadour, influirá en él hasta su muerte en 1764.

La “dulce Francia “, como vemos, no siempre fue tan “dulce”...

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