La Capilla Sixtina construida en 1484 para el papa Sixto IV, al que debe el nombre, fue sin embargo decorada por Julio II, quien encargó a Miguel Ángel sus pinturas en 1508.
La relación entre Julio II y Miguel Ángel fue siempre muy difícil y el gran maestro dudó antes de aceptar el encargo al considerarse escultor y no pintor, pese a lo cual empezó a trabajar en 1508 con una obsesión apasionada.
El trabajo era sumamente difícil, pues la capilla tiene 20 metros de altura y Miguel Ángel trabajó sobre un andamio a esa altura durante cuatro años, con un esfuerzo físico y artístico descomunal y siempre con peleas y discusiones con el papa Julio II, que le apremiaba a que acabara el trabajo.
Los frescos representan nueve escenas del libro del Génesis como la "Creación de la luz", el "Pecado Original" y el "Diluvio Universal".
Al parecer, el genio renacentista se inspiró para pintar algunos de los modelos en varios burdeles italianos pues, según los expertos, era frecuente que los artistas renacentistas italianos acudieran a las llamadas "stufa", baños públicos similares a un burdel donde a menudo se ejercía la prostitución, para estudiar a modelos que después serían representados en sus obras.
Estos "stufa" eran numerosos durante el siglo XVI en Roma y en ellos, además de realizarse tratamientos de belleza y de hidroterapia, "había estancias más apartadas, lugares de promiscuidad y de prostitución masculina y femenina".
Muchos de los beatos y condenados, que forman parte de los frescos de la Capilla Sixtina están retratados en situaciones obscenas, como por ejemplo la escena donde; “Un condenado es conducido al infierno agarrado por los testículos” y, los cuerpos masculinos que componen la pintura del Juicio Final corresponden a peones y cargadores retratados durante su trabajo.
La restauración de los frescos de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina permitió descubrir elementos pictóricos originales del artista y evidenció también la censura que sus pinturas sufrieron en los siglos XVI y XVIII tras el Concilio de Trento, que ocultó con vestidos, plantas, animales y sombras algunos desnudos, que actualmente han quedado tal como eran al principio.
"La visión del Juicio Final que tenía Miguel Ángel era de alguna forma herética y chocaba con la tradición de la época, lo que llevó a los censores a reformar la obra", señaló su restaurador.
Nada ha habido en la historia, que fomente más la lujuria y el deseo carnal, que las torpes prohibiciones fruto de la visión retrograda y puritana de la iglesia sobre el cuerpo humano.
Efectivamente el período histórico que engloba el final de la Edad Media y su culminación en el Renacimiento fue probablemente un momento álgido de libertad en Europa. Con la Edad Moderna, el intercambio generalizado de mercancias y las consiguientes primeras acumulaciones de capital, empezaron a amenazar el orden social existente y provocaron un cierre de filas de las clases dominantes. La concentración de poder político en la cúspide del sistema (Monarquia Absolutista) facilitaba la represión social. La represión sexual es una más de las diversas facetas de la contrareforma. El concilio de Trento impulsado por Felipe II de Castilla (I de Catalunya y Aragón). Todo el edificio se fué abajo con la Revolución Francesa en 1789.
ResponderEliminarLa iglesia, durante siglos lo era todo. El llamado “poder temporal de los papas”, les igualaba a los soberanos comunes, con la diferencia, de que ellos disponían además, el arma espiritual de la excomunión, que dejaba a sus enemigos indefensos, ya que su declaración equivalía a lo que ahora sería una condena internacional, aunque con muchos peores efectos. Estos abusos y otros, se cometían por toda la jerarquía eclesiástica, y con la intención de “reformar”, se organizó el concilio de Trento, que lo que consiguió fue convertir a la iglesia en una organización retrograda, puritana e integrista, que se llevó por delante - entre otras muchas cosas – a las pinturas de Miguel Angel. En efecto, Felipe II , alentó su celebración, separándose así de su padre Carlos I y de su abuelo Fernando “el Católico”, que entendieron muy bien, como debían usar a la iglesia para sus propios intereses.
EliminarLos moralistas siempre han atacado la sexualidad y nunca, por ejemplo, el sentido del oído, cuando a los dos los hizo Dios. ¿Será por envidia o caridad?
ResponderEliminarLa represión sexual, siempre fue una obsesión de la iglesia, pese a que no habia clerigo que no tuviese su barragana, y aunque intentaron ser eliminadas no se logró jammás. Como en toda organización, la hipocresia fue norma, pues muchas veces, los encargados de reprimirlas y eliminarlas, tenían una. El ser humano es como es y eso, dificilmnte va a cambiarse...
EliminarHasta el Concilio de Trento, en los paises católicos del sur las mujeres podian vivir en comunidades laicas no jerarquizadas(Beguinages)y opinar publicamente sobre Teologia. Después tuvieron que entrar en Conventos, a menudo en clausura, se impuso la obediencia paternal o marital, y se desaconsejaba a las hijas la alfabetización. El personaje de Sta Teresa de Jesus, que en realidad vivió varias décadas antes del Concilio, en la época de libertad, fue alterado para que hablara en trance. Porque ¿como iba una mujer a emitir doctrina? era Dios que hablaba por medio de ella cuando estaba en trance....
ResponderEliminarLa misma Biblia, al hacer nacer a la mujer de una "costilla del hombre", establece una subliminal dependencia respecto al varón. Han pasado miles de años y la situación es la misma y en algunos casos, incluso ha empeorado.
EliminarEfectivamente, durante la Edad Media el poder del Papado era muy importante, una excomunión deslegitimaba a un gobernante y alentaba la revuelta de sus subalternos (Emperador Federico II Hohenstauffen, por ejemplo). Sin embargo, ya Fernando el Católico se impuso al Papado al dominar prácticamente toda Italia y colocar Papas valencianos (Borjas). Con Carlos V y Felipe II los Papas no eran más que un instrumento del bando católico Habsburgo con ansias de dominación Europea, afortunadamente evitada por la supervivencia de la herejia protestante.
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