Tal día como hoy 25 de enero de 1538, se descubre en el Cerro Rico de Potosí -Bolivia- la primera mina de plata
Según
se cuenta, las vetas de plata fueron descubiertas de una manera casual
en 1545, cuando un pastor Quechua se perdió con su rebaño, por lo que
decidió acampar en la ladera del Cerro Rico, a cuyo efecto encendió una
gran fogata para calentarse.
A la mañana siguiente se
encontró con que, entre las brasas de la hoguera, brillaban hilos de
plata, fundidos y derretidos por el calor del fuego pues el lugar era
tan rico en vetas de plata, que esta se encontraba a flor de tierra.
Según
otra versión legendaria, los incas conocían la existencia de plata en
el cerro, pero cuando el emperador inca intentó extraerla, el cerro se
“defendió” mediante una estruendosa explosión, por lo dejaron de hacerlo
pues estaba reservada “para los que vinieran después”
A
partir de entonces, el lugar fue una “huaca” – lugar sagrado – que los
indígenas conocían y no se podía tocar, pero los españoles -“llegados
después”- al parecer usaron la leyenda para justificar ante los indios
su explotación.
De cualquier forma, el descubrimiento
llegó finalmente a oídos de los españoles y en abril de 1545, tomaron
posesión del Cerro Rico, e inmediatamente establecieron un poblado.
Se
calcula, que en 1579 había en Potosí ochocientos tahúres profesionales y
cientos de prostitutas célebres, a cuyos resplandecientes salones
concurrían los mineros ricos.
Sin embargo, esta riqueza se
obtenía a costa de una explotación infrahumana de los indígenas, ya que
miles de ellos fueron sometidos a la “mita”, sistema de trabajo inca de
servicios al Estado, ante la falta de mano de obra para la minería.
Las
jornadas laborales eran de hasta 15 horas diarias, cavando túneles,
extrayendo el metal manualmente o a pico, con frecuentes derrumbes y
accidentes, que ocasionaban la muerte de cientos de trabajadores,
calculándose que unos 15.000 indios murieron en la explotación, entre
1545 y 1625, pues aunque las estimaciones más alcistas hablan de hasta
ocho millones, tales cifras son fruto de la “leyenda negra”, ya que,
investigaciones recientes, cifran el total de habitantes de todo el
continente entonces, precisamente en unos 8 millones
Pronto, el poblado, debido a la inmensa riqueza de la mina, se convirtió
en ciudad, que creció de manera vertiginosa y su riqueza fue de tal
magnitud que Cervantes en “Don Quijote de la Mancha” acuñó el dicho
“vale un Potosí”, cuando se estimaba que algo tenía incalculable valor.
La
producción de plata, llegó a su punto máximo alrededor del año 1650,
momento en que las vetas empezaron a agotarse, y Potosí entró en su
decadencia de la que no pudo recuperarse jamás.
Hoy en
día, la economía del lugar en minería, ha vuelto a incrementarse con
proyectos de obtención de minerales de baja ley – sobre desechos de
plata, acumulados desde épocas coloniales – siendo conocido por sus
grandes reservas minerales en litio, aunque solo existen pequeñas
empresas de explotación manual.
De tanto abuso, llegó lo que tenía que venir. Una vez más la avaricia rompió el saco.
ResponderEliminarFuimos malos colonizadores, despotas con los colonizados y al final, tuvimos lo wue nos merecimos.
EliminarLeyendo a ratos a Bartolomé de las Casas hace años llegué a la conclusión de que el fraile era tal vez hombre de letras, pero los números se le daban fatal. Citando algunas distancias por ejemplo, confundía los cientos con los miles. No es de extrañar que los interesados en arrojar estiércol sobre España aprovecharan esta ignorancia supina.
ResponderEliminarBartolomé de las Casas era bien intencionado, pero no solo con buenas intenciones se hace camino. Luego, los excesos propios de los españoles y sus torpezas y codicia, hicieron el resto.
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