Tal día como hoy 10 de enero de 1601, por orden del rey Felipe III se dispone el traslado de la Corte de España a Valladolid, pasando ésta a ser capital del Reino.
Cuando Felipe III subió al trono, quiso tener como consejero y hombre de confianza al Duque de Lerma, quien a partir de entonces fue el verdadero rey de España, rodeándose de familiares y amigos, entre los que distribuyó los puestos más importantes de la corte, uno de los cuales fue Rodrigo Calderón, - el valido del valido- .
El traslado - entre el 11 de enero de 1601 y 4 de marzo de 1606 - se debió al de Lerma, que se lo aconsejó al rey, creyéndose que fueron dos los motivos que le impulsaron.
Por una parte alejar al monarca de la influencia de su tía María de Austria, que no veía con buenos ojos su valimiento y por otra, los importantes beneficios financieros que suponían para él este cambio.
El Duque, efectuó una magistral operación inmobiliaria, adquiriendo propiedades en lo que hoy se denomina “especulación urbanística”, pues por un lado – antes del traslado -compró terrenos en Valladolid a un precio irrisorio, que aumentaron su valor y por otro, cuando Valladolid ya era capital, compró tierras en Madrid aprovechando la caída de precios, de forma que cuando la capital volvió en 1606, el Duque había hecho un fabuloso negocio.
En apenas dos años, Valladolid pasó de 30.000 habitantes a superar los 70.000 mientras Madrid en cambio, sufrió una caída de 80.000 a 23.000 vecinos y un empobrecimiento general, sucediendo a la vuelta el fenómeno inverso.
El poder del duque fue inmenso, llegando a manejar el sello real, controlando el reino y tomando él solo, entre 1599 y 1618, todas las decisiones políticas.
La reina Margarita, esposa del rey, que no era partidaria del de Lerma, y con ella muchos consejeros descontentos, iniciaron una investigación de las finanzas del duque, en la que que descubrió un entramado de corrupción, empezando a caer culpables e implicados, entre otros el valido del duque, don Rodrigo Calderón, que fue ejecutado en la plaza Mayor de Madrid.
Ante los acontecimientos y, para salvar su vida, el Duque de Lerma solicitó de Roma el “capelo cardenalicio” que – previo pago - le fue concedido por el papa en 1618, al mismo tiempo que el rey le daba permiso para retirarse a sus propiedades, muriendo 7 años después alejado de la vida pública.
Cuando le fue concedido el cardenalato, corrió por Madrid una coplilla que decía: “Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España, se viste de colorado”.
Sin embargo, esta versión popular, es discutida hoy por historiadores que piensan que el Duque fue víctima de una conspiración, dirigida por su propio hijo, el Duque de Uceda, deseoso de sustituir a su padre, junto al confesor del rey y el Conde-Duque de Olivares, futuro valido real.
Con contadísimas excepciones históricas, desde hace siglos y hasta la actualidad, España siempre ha estado regida por una cuadrilla de mangantes.
Y mangantes de alto rango; vamos, sin miseria. ¡Qué tropa, Dios mío!
ResponderEliminarMientras más alto es el rango, el "mangoteo" es mayor Pepe, porque sus posibilidades aumentan.
EliminarPor algo dice Karlos Arguiñano, que como puede ser posible, que el mando siempre esté a en manos de los malos. Se puede entender y está muy claro: ¡¡Porque desde que el hombre existe, existe la maldad, sin lugar a dudas!!
ResponderEliminarEn este país, salvo contadísimas excepciones, si quieres saber lo que es un "bueno", dale un cargo y verás Manuel.
EliminarReconforta saber que actualmente el Vaticano no vende capelos cardenalicios. En otro caso los magnates mangantes de hoy seguro que se escaparían vivos. Aún así veremos si devuelven lo expoliado -o por lo menos parte- que no vendría mal a nuestra maltrecha economía.
ResponderEliminarLa simonía, o venta de cargos ecleciásticos, fue, junto a la excomunón, una de las armas preferidas de la iglesia para medrar. Respecto a que actualmente la recua de mangantes que padecemos, devuelvan lo sustraido,temo ser pesimisma amigo Jose Miguel.
ResponderEliminar