sábado, 17 de septiembre de 2016

Entre el desencanto y la indignación


Hace ya tanto tiempo que fuimos a votar por primera vez, que casi lo he olvidado. Cierto es que teníamos entonces menos años y por eso tal vez la ilusión por hacerlo era mayor, pero no creo que eso sea tanto como para encontrarnos ahora en el estado de desilusión en que nos hallamos casi todos.

En lo que va de año, hemos ido a las urnas dos veces y estamos igual que la primera que lo hicimos. Bueno, igual no, estamos infinitamente peor porque según parece allá por Navidades, - si esto no se remedia – habremos de volver a votar, aunque hay quien se plantea ya si hacerlo sirve para algo e incluso si hacerlo...

Nuestros mediocres políticos – y no excluyo a ninguno – parecen niños de colegio culpándose entre ellos de ser “los otros” los que no quieren llegar a ningún acuerdo, porque nadie quiere “ajuntarse” con nadie, aunque - por otro lado - ninguno quiere ser el malo de la película.

En este asunto no hay inocentes y culpables, sino solo egoístas, en mayor o menor grado, y todos – sin excepción – siempre mirándose su ombligo.

Según las encuestas, por encima del 70% de los ciudadanos, no quieren unas terceras elecciones, pero nadie hace caso a esa enorme mayoría silenciosa que, cada día aumenta y se indigna mas con lo que está sucediendo.

Y mientras, todo está parado: la economía, las expectativas, las inversiones... Este país nuestro no es serio y cada día me lo parece menos.

Lo único que funciona bien, es la máquina de la corrupción, pues no pasa ni un solo día en que no tengamos un nuevo escándalo

Pero el colmo de la aberración, es que mientras ellos no hacen nada de nada, les estamos pagando a todos sus sueldos. ¿Nos habrán visto cara de tontos... ?

J.M. Hidalgo

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