La Batalla de Chupas enfrentó a los realistas - leales a la corona española – al mando de Cristóbal Vaca de Castro, contra los partidarios de Diego de Almagro, rebeldes comandados por este, y se desarrolló en la actual región de Ayacucho - Perú- con la total derrota de los almagristas y la captura de su líder, quien fue juzgado y condenado a muerte.
Tras el asesinato de Francisco Pizarro a manos de los almagristas, en junio de 1541, estos de forma unilateral, convirtieron a Almagro en Gobernador del Perú, por lo que la corona española envió al Visitador-Juez, Vaca de Castro para restablecer el orden.
Almagro y los suyos abandonaron Lima y se adentraron en la sierra para organizar la resistencia, fabricando cañones y contactando con el líder rebelde aborigen Manco Inca, buscando su alianza, dirigiéndose finalmente al Cuzco, donde Almagro fue confirmado como Gobernador en agosto de 1542, aunque tuvo que enfrentarse a peleas entre sus mismos oficiales.
En septiembre, hubo correspondencia entre Almagro y Vaca, en la cual el primero exigía que se le reconociera la gobernación, a la que tenía derecho por herencia de su padre, pero Vaca de Castro rechazó la exigencia y el 16 de septiembre de 1542, ambos ejércitos se encontraron:Vaca de Castro con 700 hombres y tropas de indios Chachapoyas, mitmas y cañaris y Almagro con unos 500 hombres y el apoyo de un nutrido grupo de guerreros cuzqueños.
Al atardecer se inició la lucha y mientras los realistas gritaban: “¡Viva el Rey y Vaca de Castro!” , los rebeldes voceaban: “¡Viva el Rey y Almagro!”, prolongándose la batalla hasta las 9 de la noche en que se declaraba la victoria realista y la derrota total de los almagristas, mientras en torno al campo, una multitud de indígenas contempló la batalla, muy alegres, pues veían cómo se mataban entre ellos los españoles..
Aunque Almagro contaba con la ventaja de su artillería, cuando el enemigo salió a campo raso, sus cañones no les causaron bajas, pues sus disparos fueron altos, lo que hizo sospechar a Almagro que su jefe de artilleros se había vendido al enemigo y en el acto lo mató a lanzazos, mientras él mismo hizo fuego con uno de los cañones, barriendo las filas realistas.
La caballería realista cargó entonces contra él, que cometió el error de combatir a campo abierto lo cual cambio el curso de la batalla que hasta entonces parecía sonreírle.
De los más de 1300 soldados españoles que intervinieron, murieron unos 500, huyendo Almagro con sus más íntimos compañeros, pero fue apresado en Yucay y vuelto al Cusco, donde Vaca de Castro le visitó y dado que solo era un inexperto joven de 24 años de edad, pensó en enviarlo a España, pero sabedor que había intentado escapar, lo trasladó a una cárcel más segura y apresuró el proceso, que terminó en sentencia de muerte y decapitación.
Después de la batalla, los vencidos se dispersaron en diferentes direcciones, dirigiéndose la gran mayoría hacia el sur donde se asentaron, mientras otros cayeron a manos de los indígenas mitmas, quienes los mataron sin compasión y los heridos fueron dejados desnudos a la intemperie, donde murieron congelados por el frío de la noche.
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