domingo, 21 de octubre de 2018

Benedicto IX, el papa más depravado de la historia


Tal día como hoy 21 de octubre de 1032, en Roma, el padre del joven Teofilatto, compra el papado para su hijo, que es nombrado papa como Benedicto IX.

Benedicto IX, fue tres veces papa de la Iglesia católica de 1032 a 1044, de abril a mayo de 1045 y de 1047 a 1048 en un tercer período. En octubre de 1032, con doce  años, fue elegido sumo pontífice, gracias a que su padre, el conde Alberico III, que era el verdadero dueño de Roma, sobornó a la Curia y consiguió para su hijo tan preciado puesto.

Pocos personajes eclesiásticos despiertan el interés que genera Benedicto IX, uno de los papas más controvertidos y oscuros del exclusivo club de los papas. Los cronistas de la época afirman que Benedicto IX “creció haciendo lo que quería y asombró a la torpe sensibilidad de esa época, que era asquerosa y cruel, con escándalos en su vida cotidiana”.

Debido a sus excesos, hubo un intento fallido de asesinarlo tan solo seis meses después de ser elegido Papa y,  en 1037 viajó para encontrarse con el emperador alemán Conrado II, buscando el apoyo de este, pero la muerte del emperador, privó a Benedicto IX de su principal valedor y carente de apoyos, un capitán romano lo expulsó de Roma, y puso en su lugar al obispo de Sabinia, como Silvestre III.

Sin embargo, Benedicto IX volvió y expulsó a la fuerza a Silvestre III, siendo reelecto el 10 de abril de 1045, aunque en mayo, renunció al vender, con el propósito de casarse, su cargo pontificio por 1.500 libras de oro al Arcipreste Juan de Graciano, futuro papa Gregorio VI, saliendo de Roma, para casarse con una prima, a la que abandonaría más tarde.

En 1046 junto a Silvestre III quiso derrocar al nuevo papa Gregorio VI, pero el rey alemán Enrique III "el negro", viajó hasta allí y organizó el Concilio de Sutri, que el 20 de diciembre lo volvió a expulsar de Roma.

Benedicto atacó de nuevo Roma y fue aceptado por el clero y el pueblo para evitar derramamientos de sangre siendo elegido por tercera vez el 8 de noviembre de 1047, aunque no lo aceptaron los Crescencios, enemigos históricos de su familia y entre las dos familias estalló una guerra despiadada.

Los cronistas de la época aseguran que Benedicto IX fue uno de los hombres más depravados de su tiempo, debido a sus costumbres inmorales y San Pedro Damián, arzobispo de Ostia y reformador del siglo XI, lo calificó como el “Nerón de San Pedro” y decía de él que solía escaparse en las noches, del palacio papal y acudía a un bosque cercano donde acostumbraba a invocar espíritus malignos y a través de la necromancia, incitaba y empujaba a las mujeres piadosas hacia la lujuria.

Ciertas o no esas historias, lo que sí está verificado es que Benedicto IX vivía en el palacio pontificio como un sultán, rodeado de un gran harén, al que echaba mano cada vez que sus básicos instintos así lo exigían.

Finalmente el 17 de julio de 1048 fue expulsado y excomulgado, aunque nunca cesó de luchar por reconquistar el Papado, hasta que viendo la inutilidad de sus esfuerzos, se hizo monje de San Basilio en Grottaferrata, donde murió el 18 de septiembre de 1055.

A tanto llegaron los desmanes de Benedicto IX, que Dante Alighieri afirmó que su pontificado fue el momento en que “el papado alcanzó su nivel más bajo de degradación”.



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