Tal día como hoy 3 de octubre de 1847, en Ocotlán -México- se aparece en el cielo la imagen de Cristo, más conocido como "el Prodigio de Ocotlán".
El pueblo de Ocotlán en aquella época, tenía unos 1500 habitantes y el 2 de octubre de 1847 sobre las siete de la mañana, un temblor sacudió al poblado, haciendo sonar las campanas de los templos y aunque todo quedó en el sobresalto de lo ocurrido, dos horas después, hubo una replica del temblor, como no se había registrado otro en la historia del pueblo.
Al parecer duró unos 5 minutos, suficientes para dejar el pueblo en ruinas, con excepción de la casa del hacendado Pedro Castellanos y la Capilla de la Purísima, produciéndose 53 personas fallecidas y para hacer más trágica la situación se abrieron tumbas, dejando al descubierto osamentas y muertos descarnados.
Por la tarde empezó a llover y la labor de los que socorrían a los heridos o enterraban los muertos se dificultó por lo que Pedro Castellanos y su esposa abrieron las bodegas de su casa para trasladar a la población y alimentarlos con ayuda de los peones, llevaban agua y alimentos a los sobrevivientes, tal como hizo el cura Julián Martín, quien llevaba heridos y daba auxilio a los moribundos.
El día 3 de octubre, después de una noche de desesperación y miedo, el cura anuncio que oficiaría la misa por los difuntos del día anterior, lo que reunió a unas 2000 personas de los pueblos perifericos.
A las 8 de la mañana, cuando daba principio la misa, empezaron a aparecer nubes en el cielo, las cuales empezaron a formar la imagen de Cristo Crucificado, tan claro que muchos de los testigos aseguraban que su cabellera era agitada por el viento.
Todos los asistentes gritaban, pensando que era el fin del mundo y Jesucristo venía a juzgarlos, y caían de rodillas implorando perdón, pidiendo al párroco los confesará.
Algunos atribuyera el fenómeno a una histeria colectiva, derivada del temor que todavía se sentía por el terremoto del día anterior, pero se reunieron tantos testimonios civiles y eclesiásticos que la autoridad de la iglesia siempre cautelosa en estos casos, acabó por aceptar el hecho como milagro.
La situación de Ocotlán era tan terrible en su aspecto económico, que el gobierno del estado concedió la excepción de impuestos y que durante diez años se eximiera a Ocotlán, de la aportación de jóvenes al ejercito, para que se dedicaran a las tareas de reconstrucción.
En 1847 y 1897 se juramentaron numerosos testimonios ante notario y ante la autoridad Eclesiástica y el 29 de septiembre de 1911 el Arzobispo de Guadalajara José de Jesús Ortiz, mediante un edicto, aprobó la aparición de Jesucristo como un hecho verdadero, histórico y comprobado.
Hoy día, se celebra este supuesto milagro, como fiesta mayor y la localidad desde entonces está bajo el patrocinio de Jesucristo Crucificado, a quien la popular devoción llama “el señor de la misericordia”
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