Tal día como hoy 28 de octubre de 1943, en el puerto de Filadelfia, supuestamente se realizó la operación militar “Experimento Filadelfia”.
El Experimento Filadelfia es el nombre de un supuesto experimento secreto llevado a cabo por la Armada de los Estados Unidos en los astilleros de Filadelfia, el 28 de octubre de 1943, en el que el destructor Eldridge habría sido invisibilizado contra los enemigos y habría sido teletransportado más de 350 km, hasta el puerto de Norfolk.
Si hay una leyenda urbana grabada a fuego en los partidarios de las teorías de la conspiración, es la de este experimento, el supuesto intento de dotar de invisibilidad a los destructores de escolta, para protegerlos de los submarinos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Según la leyenda, siguiendo investigaciones secretas de Albert Einstein, Nikola Tesla y otros destacados científicos, habrían vuelto invisibles al destructor Eldridge y sus tripulantes que habrían sido teletransportados desde el puerto de Filadelfia, en el que se encontraban, hasta el de Norfolk, a más de 350 kilómetros de distancia, para también desvanecerse allí y volver a aparecer en Filadelfia.
El resultado del experimento habría sido catastrófico para la tripulación, con varios de los hombres “fundidos” con la estructura del barco, otros enloquecidos, o “desmaterializados” y como consecuencia de las aterradoras consecuencias, la marina habría decidido suspender el proyecto.
A pesar de que la única fuente original conocida que describe el suceso fue la carta que un supuesto testigo, Carlos Miguel Allende, hizo llegar en 1955 a Morris K. Jessup, astrónomo y escritor aficionado a los ovnis, la leyenda del experimento se extendió rapidamente, pasando a convertirse en uno de los relatos más divulgados de la segunda mitad del siglo XX.
Sin embargo, todo el asunto quedó pronto en evidencia, pues, aunque es cierto que Einstein colaboró con el gobierno en varios proyectos, la aplicación en el experimento de la "teoría del campo unificado" en la que trabajaba es falsa, ya que dicha teoría no ha sido desarrollada con éxito todavía, ni existe ninguna ley física conocida que permita utilizar campos de fuerza para volver invisibles a las personas o a las cosas y por otra parte, en 1943, Nikola Tesla era ya un anciano de 87 años a punto de fallecer, por lo que su supuesta intervención en el proyecto no resulta creíble.
En segundo lugar, los archivos de la marina muestran que el destructor nunca estuvo en Filadelfia en 1943 y todos los que sirvieron en él durante la Segunda Guerra han declarado que jamás participaron en este asunto, ni oyeron hablar de él, y por último, Allende resultó ser Carl M. Allen, un aficionado a los ovnis bastante trastornado y que en alguna ocasión confesó haberse inventado la historia.
Sin embargo, y a pesar de sus evidentes inconsistencias, lo sugestivo del relato y los extraños detalles que rodearon su divulgación han hecho que, más de 70 años después de salir a la luz, el bulo del “experimento Filadelfia” siga teniendo infinidad de seguidores, habiéndose convertido en una de las leyendas urbanas de más éxito, de toda la historia de la ciencia.
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