lunes, 15 de octubre de 2018

Boabdil "el Chico", último rey de Granada

Tal día como hoy 15 de octubre de 1487, Boabdil “El chico” regresa a Granada siendo coronado rey por segunda vez en el Albaicín.

Fue el último rey de Granada, miembro de la dinastía nazarí, conocido como Muhámmad XII, llamado por los cristianos Boabdil “el Chico” y también "el Desdichado".

Se le llamó "el Chico" no por su tamaño, sino por su poca edad comparado con su padre y tío, contra los que se sublevó en Guadix en 1482, accediendo al trono gracias al apoyo de su propia madre la sultana Aixa y los Abencerrajes, clan muy importantes en Granada en el siglo XV, contribuyendo a la guerra civil que debilitó al reino y condujo al fin del dominio musulmán.

Al año siguiente, Boabdil cayó prisionero de los Reyes Católicos en Lucena, situación que aprovechó su padre Muley Hacén para recuperar el trono granadino, apoyado por su hermano al-Zagal, señor de Málaga.

Según una leyenda, Muley Hacen y el Zagal ordenaron el asesinato de los principales Abencerrajes - treinta y seis caballeros - en un salón contiguo al Patio de los Leones, que recibe el nombre de “los Abencerrajes”, y se decía que el agua de los surtidores corrió roja de sangre, y sus manchas no se podían borrar.

Para fomentar la discordia, los Reyes Católicos liberaron a Boabdil a cambio de su vasallaje, iniciándose una guerra civil en Granada entre 1483 y 1487.

La muerte de su padre y la derrota de su tío en 1487, permitieron a Boabdil convertirse de nuevo en único señor de Granada, pero la debilidad musulmana fue aprovechada por los castellanos para avanzar sobre el reino nazarí, conquistando su capital en 1492.

Boabdil recibió en compensación el señorío de la Alpujarra y, según una extendida leyenda cuya veracidad no está atestiguada, al salir de Granada camino de su exilio, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa que le decía: “No llores como una mujer lo que no supiste defender como hombre...”

Debido a ello, ese monte recibe desde entonces el nombre de el “Suspiro del moro”, aunque todo esto no deja de ser una leyenda.

Su última residencia en la península fue en Laujar de Andarax – Almería - antes de partir en 1493 para África tras recoger los restos de sus antepasados y vender a los Reyes Católicos los derechos de su señorío.

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