El asedio tuvo lugar entre el 21 de agosto y el 8 de octubre de 1573 y finalizó con la retirada de los españoles al no poder mantener el cerco.
Alkmaar fue la primera ciudad controlada por los holandeses en resistir el asedio español, consecuencia de un grave error del Duque de Alba, al sitiarla cuando ya estaba cerca el otoño y se anunciaban las lluvias, pero su comandante Don Fadrique Álvarez de Toledo, hijo del duque, necesitaba del éxito militar para alcanzar el favor del rey.
Don Fadrique ya había sometido ese año otras ciudades rebeldes de las provincias flamencas, como Malinas y Haarlem donde - tras su rendición - se ejecutó a gran parte de los defensores.
La política de terror de “horca y cuchillo”, emprendida por el duque de Alba (“Son de opinión que no quede en Alchmaar ánima nascida que no se pase por el cuchillo”), llevó a la ciudad a resistir a la desesperada, para lo cual anegaron los campos rompiendo los diques que la protegían.
Hombre en extremo cauteloso, Don Fadrique perdió demasiado tiempo en la preparación del asedio, y en acallar a sus soldados amotinados por la falta de paga, siendo ya finales de agosto cuando lo inició, sin contar con la lluvia, siempre presente en el país.
El mal tiempo y la tierra enfangada dificultó el movimiento de los soldados, lo que se agravó con la rotura de los diques que defendían la ciudad del mar y con el agua hasta las rodillas y los cañones casi hundidos en el barro, a los españoles no les quedó otra solución que la retirada.
Esta victoria rebelde reforzó la voluntad de resistencia de estos, y malgastó un tiempo que impidió el avance al interior de las provincias corazón de la rebelión.
Aún hoy se celebra el día 8 de octubre esta victoria con desfiles, conciertos y bailes y existe un dicho holandés en relación al asedio que dice “la victoria empieza en Alkmaar”.
La nefasta política represiva del Duque de Alba, había comenzado a dar sus frutos.
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