Tal día como hoy 21 de noviembre de 1820 en el Océano Pacífico, un cachalote de 80 toneladas acomete al barco ballenero “Essex” y lo hunde.
El Essex fue un buque norteamericano de 27 metros de eslora y 238 toneladas de peso, que realizaba un viaje de dos años y medio, hacia las zonas de cacería de ballenas en el Pacífico sur.
El 21 de noviembre, encontró un cachalote mucho mayor de lo normal, que, mientras la tripulación estaba persiguiendo a otros miembros de la manada, embistió el barco en dos ocasiones y lo hundió.
El navío naufragó a 3.700 kilómetros de la costa occidental de América del Sur y, los veintiún marinos se salvaron en tres pequeños botes con suministros inadecuados de comida y agua fresca, llegando a la desierta isla Henderson, hoy día uno de los mayores cementarios de residuos plásticos del planeta.
Después de una semana, habían casi agotado los recursos de la isla y la mayoría volvieron a sus botes salvo tres que optaron por quedarse en ella.
Lo embarcados uno por uno fueron muriendo y aunque los primeros fueron lanzados al mar, como era la costumbre, pronto recurrieron al canibalismo con el fin de sobrevivir, comiéndose los cuerpos de sus camaradas muertos.
Hacia el final de la terrible experiencia, la situación se hizo crítica y los sobrevivientes acordaron hacer un sorteo - que efectivamente se llevó a la práctica - para determinar quien debía morir para la supervivencia de los demás y siete marinos fueron víctimas del canibalismo.
A los 95 días del hundimiento del Essex, fueron rescatados los dos únicos supervivientes por otro ballenero, en un estado tal que ni siquiera notaron la presencia del buque junto a ellos, informando de los tres hombres abandonados en la isla Henderson, que fueron rescatados al borde de la muerte.
La historia fue escrita por el primer oficial superviviente y usada por Herman Melville como inspiración para su novela “Moby-Dick”.
La trama del libro de Melville se inspiró en la peripecia del Essex hasta su hundimiento y el nombre de la ballena se basó en otra historia en la cual se describía un cachalote albino que habitaba el pacífico sur al que llamaban Mocha Dick.
La realidad es muchas veces peor que la más truculenta de las ficciones.
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