Tal día como hoy 20 de noviembre de 1490, el escritor Joanot Martorell publica en Valencia, su libro de caballería Tirant lo Blanch en su lengua valenciana.
Tirante el Blanco -Tirant lo Blanch en valenciano - es una novela caballeresca del escritor Joanot Martorell, que se suponía concluida por Martí Joan de Galba, lo cual aún hoy no se descarta, publicada en pleno Siglo de Oro valenciano. Es uno de los libros más importantes de la literatura universal y obra cumbre de la literatura en valenciano.
La obra tiene traducción desde antiguo al castellano como Tirante el Blanco y Cervantes debió de conocerla a través de su traducción castellana anónima, publicada en Valladolid en 1511. El libro debía ser entonces muy raro, y de autor desconocido, por lo que probablemente Cervantes ni siquiera sabía que estaba originalmente escrito en valenciano.
Cervantes se refiere a él en el episodio en el que se queman los libros de caballerías que tanto tormento han causado a Don Quijote y de entre ellos, salva a Tirante.
Se trata de una obra de gran extensión, que comienza con la narración de las aventuras de Guillem de Vàroic quien impone a Tirante en las normas de la caballería en Inglaterra, donde Martorell vivió en 1438 y 1439.
De Inglaterra marcha a Francia, Sicilia y Rodas, después, a Jerusalén, Alejandría, Trípoli y Túnez, que conquista. En Constantinopla se enamora de Carmesina, hija del emperador, cuyos amores ocupan gran parte de la obra, hasta que finalmente, Tirante se casa con Carmesina y es nombrado césar del Imperio Bizantino; reconquista tierras a los turcos y cuando enfermo muere, al saberlo, muere también Carmesina.
Algunas partes de Tirante tienen paralelismo con la vida del almirante Roger de Flor, líder de los almogávares, que fue asesinado por los bizantinos. De manera génerica, se considera que la obra se vio también influida por el Llibre dels fets, la Crónica de Muntaner y el Llibre de l'ordre de cavalleria de Ramón Llull.
En contraposición con los libros de caballerías, aquí el amor es sensual en lugar de platónico y se presentan con gran expresividad las escenas eróticas o amorosas. Y en lugar de las inverosímiles proezas y asombrosas formas de vida de otros caballeros ficticios, el autor se recrea, en los detalles cotidianos, y en aspectos más prosaicos.
En resumen, todas estas características, convirtieron al Tirant en un texto único, distinto de todos los que se habían escrito hasta el momento, y en el más próximo a los que, más adelante, empezarían a llamarse novelas. No es de extrañar su éxito, materializado en dos ediciones incunables y en traducciones al castellano, italiano, francés y, en estos últimos años, a casi todas las lenguas modernas de Europa.
Pero la prueba más clara de su éxito y su importancia es, sin duda, la manera en que lo usó Cervantes al escribir el Quijote.
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