Tal día como hoy 4 de noviembre de 1808, con un ejército de 250.000 hombres, Napoleón vuelve a entrar en España, con el fin de restablecer de nuevo a su hermano José I en el trono.
Pese a los éxitos españoles del verano de 1808 - fin del primer sitio de Zaragoza, batalla de Bailén y entrada en Madrid del General Castaños - eran muchas las dificultades para constituir una autoridad única política y militar.
A pesar de ello, un acuerdo general permitió constituir el 25 de septiembre de 1808 en Aranjuez la denominada “Junta Suprema Gubernativa”, presidida por el conde de Floridablanca, cuya acción resultó ineficaz como demostrarían luego los acontecimientos.
Pocas semanas antes de la llegada de la “Grande Armée”, los españoles lograron tomar Logroño y desplegar posiciones en torno a Tudela y Burgos, pero Napoleón llegó a Bayona el 2 de noviembre y pronto su acción iba a cambiar las cosas, pues al mando de un ejército compuesto por veteranos acostumbrado a movimientos rápidos y a vivir sobre el terreno, arrolló rápidamente la resistencia española y a los ejércitos británicos desembarcados en la península.
Después de su entrada en Madrid, tras la batalla de Espinosa de los Monteros y la de Somosierra en noviembre de 1808, la derrota de Uclés y el segundo sitio de Zaragoza, la Junta Central se refugió en Cádiz, que sufrió un largo asedio asistiendo indefensa a la capitulación de Andalucía.
Cuando Napoleón se disponía a salir en persecución del cuerpo expedicionario británico, tuvo que regresar con urgencia a Francia pues el Imperio austríaco le había declarado la guerra, dejando el mando al mariscal Soult, y tras su salida, en enero de 1809, los españoles lanzaron violentos contraataques, buscando a toda costa un nuevo Bailén.
Se consiguieron algunas pequeñas victorias, pero las derrotas fueron mucho más numerosas hasta la catástrofe definitiva de la batalla de Ocaña.
Tras este desastre absoluto, Andalucía cayó sin apenas resistencia y solo las guerrillas, ya muy numerosas en todas las provincias ocupadas, aumentaron su número y durante los siguientes dos años tuvo lugar una lucha brutal y desesperada.
Hubo que esperar al verano de 1812 para que los aliados anglo-hispano-portugueses pudieran derrotar a los franceses en la batalla de los Arapiles, obligando a José Bonaparte a huir de Madrid.
Mientras tanto, la campaña de Rusia absorbía todos los recursos franceses y durante 1813, su ejército fue retirándose y perdiendo territorio hasta que tras la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, fueron expulsados de España.
Solo Cataluña continuó formalmente perteneciendo al imperio francés, hasta el 28 de Mayo de 1814, con la retirada ordenada de todas sus tropas francesas, cuando Napoleón había ya abdicado.
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