viernes, 8 de noviembre de 2019

Cristianos contra paganos

Tal día como hoy 8 de noviembre del año 392, el Emperador romano Teodosio “el Grande”, que el 27 de febrero de 380 instituyó el Cristianismo como religión oficial del Imperio, publica un edicto en virtud del cual se da un golpe casi definitivo al paganismo al prohibir todos los rituales que no sean cristianos denominándolos "supersticiones de los Gentiles", lo que dará pie a  persecuciones contra los paganos.

En Chipre, los obispos Epifanio y Tychon destruirán casi todos los templos de la isla y exterminarán a miles de paganos. El edicto de Teodosio declara que "aquellos que no obedezcan al padre Epifanio, no tienen derecho a seguir viviendo en la isla de Chipre".

Los cristianos, se lanzaron a la destrucción de los templos paganos y a la persecución de las religiones politeístas, mientras incendiaban bibliotecas y clausuraban festividades populares, como los Juegos Olímpicos, ya que el conocimiento científico, la reflexión filosófica y el entretenimiento deportivo,  eran vistos por los cristianos como comportamientos idólatras, heréticos y demoniacos.

Su llegada al poder, no se debe al heroico martirio de sus seguidores, sino a una magistral campaña de propaganda, con un mensaje de salvación muy simplificado que podía ser asumido por cualquier persona, y en segundo lugar, a la infiltración en las esferas de poder que terminaron provocando que hubiese emperadores cristianos, como Constantino, que impuso la nueva fe mediante las armas en la Batalla del Puente Milvio y concedió a los obispos enormes privilegios.

Una sucesión de emperadores cristianos, fue otorgando cada vez mayor hegemonía a la nueva fe, mientras las legiones romanas, dejaban vía libre a los cristianos para perseguir a los practicantes del resto de religiones, incluyendo a los filósofos y pensadores, como la matemática Hipatia, que eran acusados de infieles.

La deriva fundamentalista alcanzó su cénit en el año 380, cuando el “Edicto de Tesalónica” promulgado por Teodosio ,proclamaba al cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano, condenando a la desaparición y a la persecución a todas las demás.

El aumento del fanatismo cristiano durante el mandato de Teodosio, hizo empeorar las cosas, ya que Valentiniano - Emperador en Occidente - actuaba como un títere de Teodosio,  y por ello, los senadores paganos liderados por Nicómaco Flaviano, así como el ejército, estaban cada vez más recelosos de  Valentiniano, y cuando murió este en el año 392, se negaron a aceptar que Teodosio, nombrase un nuevo emperador cristiano para Roma y elevaron al trono imperial a Flavio Eugenio, un reputado profesor, partidario de las tesis paganas.

Una vez en el poder, Eugenio inició una política destinada a recuperar la cultura politeista romana, siendo restaurados el Altar de la Victoria  así como el Templo de Venus y volvieron a celebrarse espectáculos, como el teatro y el circo.

Sin embargo, Teodosio, que había perdido el control de Occidente, no había dejado de conspirar para acabar con la resurrección del paganismo, y declaró la guerra al gobierno de Eugenio, y en el año 394, dos años después de la restauración del paganismo en Roma, Teodosio lanzó sus tropas a la conquista de Occidente y el choque decisivo tuvo lugar en la batalla del Río Frígido, en la actual frontera entre Italia y Eslovenia.

Las condiciones climatológicas, inclinaron la balanza a favor de Teodosio, y el ejército de Eugenio fue finalmente derrotado, siendo el propio emperador capturado y ejecutado por orden de Teodosio.

Así, tras la batalla del Frígido, Teodosio puso fin al resurgimiento pagano y en las décadas siguientes, el fanatismo cristiano terminó de destruir los últimos reductos que aún quedaban de la cultura politeista.

En menos de un siglo, el Imperio romano occidental culminó su proceso de cristianización, y en el año 476, el último emperador fue depuesto por los hérulos, iniciándose la oscura época medieval de  hegemonía de la Iglesia, que terminó condenando al olvido durante más de mil años, toda la civilización grecorromana, destruida bajo el fuego de la barbarie cristiana.

En resumen: la implantación del cristianismo no fue pacífica, sino que se hizo por la fuerza de las armas y a costa de la destrucción de una avanzada civilización que luchó por su supervivencia hasta el final.

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