martes, 5 de noviembre de 2019

La Conspiración de El Escorial

Tal día como hoy, 5 de Noviembre del año 1807, el rey Carlos IV perdonó la traición de su hijo Fernando VII, tras su participación en la famosa Conspiración de El Escorial. Esta fue descubierta el 27 de octubre, mediante la cual se planificó el derrocamiento del propio monarca y su mano derecha, Manuel Godoy. Todo ello tras la polémica suscitada por el Tratado de Fontainebleau con Francia.

Carlos IV perdona a su hijo Fernando VII tras haber sido implicado en la Conspiración de El Escorial. El rey felón, el que supo traicionar a sus propios padres, echó la culpa de todo a los demás y luego resultó perdonado.

La conspiración hay que situarla en un contexto histórico especial. España se había convertido en una nación de segunda fila a causa del expansionismo francés de Napoleón Bonaparte y en este contexto, Carlos IV firmó en 1805 un acuerdo de mutua colaboración con el imperio francés.

El acuerdo enfrentaba a España con Inglaterra, principal rival de Francia en la lucha por la hegemonía europea. La guerra parecía inevitable y la Batalla de Trafalgar, con la derrota española, supuso el culmen de dicha estrategia.

La derrota de Trafalgar, enfrentó a Godoy con gran parte de la corte, que eran sus enemigos y  conspiraban contra él, y  entre todos ellos, destacaba especialmente, el príncipe Fernando, quien deseaba deshacerse del valido, influido por los consejos de su preceptor, el religioso Juan de Escóiquiz, un hombre sin escrúpulos, quien logró enfrentar al príncipe con los reyes.

Curiosamente, había sido nombrado en su día preceptor del joven Fernando VII por decisión de Godoy, quien pensaba que se trataba de un hombre humilde de gran cultura y que podía venir muy bien a la educación del joven príncipe.

En realidad, bajo esa apariencia de hombre afable y comedido, se encontraba un ser despreciable, ambicioso e inmoral, sin ninguna vocación religiosa, que inculcó en su discípulo en provecho propio el fanatismo, la ambición y la degradación moral.

Aunque pronto se le vio su talante, y fue apartado del joven príncipe por considerarse poco recomendable su influencia, continuó influyendo en él a distancia, formando parte de su camarilla de incondicionales.

La conspiración tuvo lugar en 1807, pero fue descubierta y enseguida se inició el proceso para depurar responsabilidades, en el llamado “Proceso de El Escorial”.

El príncipe Fernando, consciente de que ello le enfrentaría con sus padres, a los que había traicionado, no dudó en delatar a sus cómplices para obtener así el perdón de sus progenitores, lo cual evidenciaba desde muy joven, el proceder miserable, del heredero de la corona.

Cuando estuvo prisionero en Francia, ni el propio Napoleón lo soportaba: En una carta a su ministro de exteriores, Napoleón lo califica de insoportable y dice de él:  “Es un individuo que no mostraba ante sus superiores lo que pensaba, pero ante los débiles era imperativo y cruel. Al mismo tiempo, era muy campechano con la gente, adoptaba su lenguaje, era aficionado a los tacos y le gustaba reír los chistes y las historietas que le contaban sus servidores, la llamada camarilla”.

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