sábado, 16 de noviembre de 2019

Las Cataratas Victoria

Tal día como hoy, un 16 de noviembre del  1855, el misionero y explorador británico David Livingstone descubrió las famosas cataratas Victoria, conocidas localmente como Mosi-oa-Tunya, que significa "el humo que truena".  Estas tienen una anchura aproximada de 1,7 kilómetros  y 108 metros de alto, un espectáculo extraordinario debido al estrecho y raro abismo donde cae el agua.

David Livingstone, el explorador escocés, visitó la cascada en 1855 y las bautizó con el nombre de la reina Victoria, y forma parte de dos parques nacionales, el Parque Nacional de Mosi-oa-Tunya en Zambia y el Parque Nacional de las Cataratas Victoria en Zimbabwe, siendo una de las mayores atracciones turísticas de África austral. Han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el año 1989.

Las cataratas están formadas por la caída en picado en una sola vertical de una sima de entre 60 y 120 metros de anchura, esculpida por sus aguas a lo largo de una meseta de basalto. La profundidad de la sima, llamada Primera garganta, varía entre los 80 metros en su parte más occidental hasta los 108 metros en el centro.

La meseta por la que discurre el Río Zambeze experimenta una estación lluviosa, desde finales de noviembre a principios de abril, y una estación seca el resto del año. La inundación anual tiene lugar entre febrero y mayo con un pico en abril.

El agua pulverizada de las cascadas llega a alcanzar los 400 metros e incluso los 800 dependiendo de la estación. No obstante, durante el periodo de inundaciones no es posible ver el pie de la cascada ni tampoco parte de la cortina de la catarata, además los paseos a lo largo del acantilado resultan ser una ducha constante debido al abundante agua vaporizado.

Según va entrando la estación seca, las cimas se hacen más anchas y numerosas y desde septiembre a enero más de la mitad de las cataratas, puede llegar a quedarse secas y resulta posible, aunque no necesariamente seguro, caminar a lo largo de algunos de los tramos de las crestas del río.

El menor caudal sucede en noviembre, y es una décima parte del de abril; esta variación de caudal,  es mayor que en otras grandes cascadas y el tamaño de las Cataratas Victoria, es casi el doble que las Cataratas del Niágara, y sólo rivalizan con las de Iguazú en Sudamérica.

Entre septiembre y diciembre, debido a los bajos niveles de agua, es posible nadar de manera segura, al borde de las cataratas en esta piscina natural a la que puede accederse a través de la Isla Livingstone. Este lugar tan extraño es llamado “la Piscina del Diablo”.

Es una atracción adicional a la ya increíble de por si contemplación de las cataratas Victoria, que sólo se puede disfrutar en la temporada de bajo caudal, ya que si no, los bañistas se verían arrastrados por el salto de agua.

La “Piscina del Diablo” no es la piscina más grande del mundo, pero sí una de las más peligrosas, ya que las crecidas del río pueden ser tan rápidas, que en cuestión de minutos el caudal puede subir hasta 1 metro, arrastrando  a todos los que se encuentren en ella, hacia el abismo.

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