viernes, 29 de mayo de 2020

Hernán Pérez del Pulgar,"El de las hazañas"

 
Tal día como hoy 29 de mayo de 1486, las tropas cristianas de Hernán Pérez del Pulgar reconquistan a los musulmanes la ciudad de Salar en Granada.

Hernán Pérez del Pulgar, fue un capitán del ejército castellano natural de Ciudad Real que sobresalió durante la Guerra de Granada, ganándose el favor de la reina Isabel la Católica y cobrando gran fama en todo el reino.

En vida fue conocido por el apodo Alcaide de las Hazañas o simplemente El de las Hazañas, y su lema, forjado sobre la superficie de su escudo, rezaba Quebrar y no Doblar.

De su infancia y adolescencia se conoce poco, pero lo suficiente como para decir que desde joven fue muy diestro en el manejo de las armas. Participó como escudero en la guerra contra Portugal, que apoyaba a Juana la Beltraneja en su pretensión al trono castellano en lugar de Isabel la Católica.

Su arrojo y valentía durante la guerra de conquista del Reino de Granada le valen los títulos de gentilhombre de la Casa Real en 1481. En 1482, sitiado junto al duque de Cádiz en Alhama de Granada por las tropas musulmanas, protagoniza una arriesgada operación en la que logra eludir el cerco y llegar hasta Antequera para pedir auxilio, evitando la pérdida de Alhama, por lo que en 1486 los Reyes Católicos le nombran, capitán general de Alhama.

Poco después conquista el castillo de Salar, situado en el camino entre Loja y Granada, con una fuerza de sólo ochenta hombres. Este hecho sería recordado con la creación del Marquesado del Salar, a petición de la propia ciudad de Granada y llamado por el propio rey Fernando el Católico, participa en la toma de Vélez-Málaga y en la batalla de Bentomiz.

Fue nombrado emisario del trono castellano en las negociaciones de rendición de la ciudad de Málaga. Más tarde tomó Baza y dio muerte durante la conquista a Aben-Zaid, el comandante del ejército granadino.

Esta última acción le valió el título de caballero por parte del rey Fernando y la concesión de un escudo nobiliario. Fue un maestro de la guerra psicológica. Cuando, en 1490, se encontraba asediado por las tropas de Boabdil en Salobreña y los pozos de agua de la ciudad habían sido agotados, se negó a aceptar la orden de rendición del rey musulmán y selló esta decisión arrojando desde lo alto de las murallas el último cántaro de agua. Ganó la batalla y rompió el asedio granadino.

Ese mismo año, acompañado de sólo quince caballeros y su escudero, se infiltró durante la noche en la propia ciudad de Granada y consiguió recorrer la ciudad sin ser descubierto hasta llegar a la mezquita principal. Aunque no pudo incendiarla, como tenía previsto, clavó sobre la puerta principal un cartel, escrito por el propio Pulgar, donde se podía leer el Ave María y a continuación la frase “Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo, de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles”.

Tras esto se dirigió a la Alcaicería y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a la que derrotó en su propia ciudad a pesar de su aplastante inferioridad numérica. Aprovechó entonces la confusión para escapar hasta el río Genil y luego al campamento real de Santa Fe, donde la hazaña le valió el derecho a ser enterrado en la futura catedral de Granada, que sería construida sobre la antigua mezquita.

Murió el 11 de agosto de 1531 en Granada, a la edad de ochenta años y fue enterrado en la catedral junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de la Catedral de Granada, privilegio muy de destacar, pues no se ha repetido nunca más en la historia de España.

Durante más de un siglo, sus hazañas fueron relatadas al calor del hogar, su nombre honrado, su memoria cuidada hasta que, como tantas veces ha ocurrido con los héroes de la historia de España, su existencia fue olvidándose, sepultada por las sombras del tiempo, ignorada por las crónicas del desagradecido país que ayudó a crear.

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