Tal día como hoy 29 de mayo de 1486,
las tropas cristianas de Hernán Pérez del Pulgar reconquistan a los
musulmanes la ciudad de Salar en Granada.
Hernán Pérez del Pulgar, fue un
capitán del ejército castellano natural de Ciudad Real que
sobresalió durante la Guerra de Granada, ganándose el favor de la
reina Isabel la Católica y cobrando gran fama en todo el reino.
En vida fue conocido por el apodo
Alcaide de las Hazañas o simplemente El de las Hazañas, y su lema,
forjado sobre la superficie de su escudo, rezaba Quebrar y no Doblar.
De su infancia y adolescencia se conoce
poco, pero lo suficiente como para decir que desde joven fue muy
diestro en el manejo de las armas. Participó como escudero en la
guerra contra Portugal, que apoyaba a Juana la Beltraneja en su
pretensión al trono castellano en lugar de Isabel la Católica.
Su arrojo y valentía durante la guerra
de conquista del Reino de Granada le valen los títulos de
gentilhombre de la Casa Real en 1481. En 1482, sitiado junto al duque
de Cádiz en Alhama de Granada por las tropas musulmanas, protagoniza
una arriesgada operación en la que logra eludir el cerco y llegar
hasta Antequera para pedir auxilio, evitando la pérdida de Alhama,
por lo que en 1486 los Reyes Católicos le nombran, capitán general
de Alhama.
Fue nombrado emisario del trono
castellano en las negociaciones de rendición de la ciudad de Málaga.
Más tarde tomó Baza y dio muerte durante la conquista a Aben-Zaid,
el comandante del ejército granadino.
Esta última acción le valió el
título de caballero por parte del rey Fernando y la concesión de un
escudo nobiliario. Fue un maestro de la guerra psicológica. Cuando,
en 1490, se encontraba asediado por las tropas de Boabdil en
Salobreña y los pozos de agua de la ciudad habían sido agotados, se
negó a aceptar la orden de rendición del rey musulmán y selló
esta decisión arrojando desde lo alto de las murallas el último
cántaro de agua. Ganó la batalla y rompió el asedio granadino.
Ese mismo año, acompañado de sólo
quince caballeros y su escudero, se infiltró durante la noche en la
propia ciudad de Granada y consiguió recorrer la ciudad sin ser
descubierto hasta llegar a la mezquita principal. Aunque no pudo
incendiarla, como tenía previsto, clavó sobre la puerta principal
un cartel, escrito por el propio Pulgar, donde se podía leer el Ave
María y a continuación la frase “Sed testigos de la toma de
posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que
contraigo, de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo
prisionera entre los infieles”.
Tras esto se dirigió a la Alcaicería
y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a
la que derrotó en su propia ciudad a pesar de su aplastante
inferioridad numérica. Aprovechó entonces la confusión para
escapar hasta el río Genil y luego al campamento real de Santa Fe,
donde la hazaña le valió el derecho a ser enterrado en la futura
catedral de Granada, que sería construida sobre la antigua mezquita.
Murió el 11 de agosto de 1531 en
Granada, a la edad de ochenta años y fue enterrado en la catedral
junto a los Reyes Católicos en la Capilla Real de la Catedral de
Granada, privilegio muy de destacar, pues no se ha repetido nunca más en la
historia de España.
Durante más de un siglo, sus hazañas
fueron relatadas al calor del hogar, su nombre honrado, su memoria
cuidada hasta que, como tantas veces ha ocurrido con los
héroes de la historia de España, su existencia fue
olvidándose, sepultada por las sombras del tiempo, ignorada por las
crónicas del desagradecido país que ayudó a crear.
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