martes, 5 de mayo de 2020

La misteriosa muerte de Napoleón Bonaparte

Tal día como hoy, 5 de mayo de 1821, Napoleón Bonaparte muere en Santa Elena en el Atlántico Sur. Había sido desterrado allí desde octubre de 1815 hasta el 5 de mayo de 1821.Sus últimas palabras fueron: “Francia, el ejército, Josefina”. Tenía 51 años.

Contra lo establecido hasta ahora, Napoleón Bonaparte, muerto en la isla de Santa Elena el 5 de mayo de 1821, no falleció de un cáncer de estómago provocado por una antigua úlcera, sino envenenado a conciencia, lentamente, con arsénico.

Los análisis toxicológicos de los cabellos del emperador son concluyentes: Napoleón fue asesinado, seguramente por encargo de la coalición monárquica, que temía todavía que el pequeño corso, volviera a fugarse para poner nuevamente en llamas la restablecida Europa de los soberanos.

Por supuesto, no faltan tampoco los historiadores que, a la búsqueda de explicaciones más prosaicas, recuerdan que la factura que pagaban los ingleses por mantener prisionero a Napoleón ascendía a ocho millones de libras anuales, además de mantener inmovilizada una guarnición de 5.000 hombres, todo lo cual, pudo hacerles desear su desaparición.

Siempre dividida ante la figura controvertida del emperador, Francia comienza a buscar a los culpables. Además del siniestro gobernador de Santa Elena Hudson Lowe y del no menos odiado secretario de Estado para la Guerra lord Bathurst, las sospechas se ciernen sobre las propias filas de Napoleón: el conde de Montholon, compañero de exilio de Napoleón, que habría traicionado al emperador para vengar afrentas de honor y asuntos de faldas.

Los análisis de los cabellos realizados en Londres por el doctor Hamilton Smith; las pruebas practicadas por los máximos científicos en envenenamiento franceses y  por los expertos de los laboratorios de Toxicología de la Policía y la Gendarmería de París, confirman la sospecha -"tiene todos los síntomas de un envenenamiento".

Tampoco la autopsia ni los médicos de la época avalaron en realidad la versión del cáncer de estómago. El marqués de Montchenu, enviado expresamente por Luis XVIII a la isla, escribió a su soberano: "De los cinco médicos presentes en la isla, ninguno sabe exactamente de qué murió Napoleón".

La teoría de la vieja úlcera que termina pasando una factura mortal llegó con los años a convertirse en doctrina oficial. Esa tesis, poco discutida, ha sido defendida por los más fervorosos especialistas napoleónicos franceses, considerando el cuadro de enfermedades del emperador: dermatosis provocada por el estrés, hemorroides características de los caballeros de la época, infecciones de vesícula y contagios venéreos contraídos en las turbulentas sesiones amatorias.

Ahora se sabe a ciencia cierta, gracias a los esfuerzos desplegados por el investigador canadiense Ben Weider, que el arsénico presente en el cabello del mítico guerrero , dueño de Europa, no cumplía una función de conservación de los escasos mechones del emperador, sino que procedía de su flujo sanguíneo.

A cambio de este dato, la ciencia deja en el aire el enigma que rodea el característico gesto de la mano derecha oculta bajo la guerrera con el que Napoleón entró en la inmortalidad. La idea de un gesto instintivo, convertido en manía, con el que el emperador pretendía paliar los dolores de la vieja úlcera - no muy importante, según los investigadores-, sigue estando entre todas las teorías posibles.






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