Tal día como hoy 7 de noviembre de 1893, un anarquista arroja una bomba en el Liceo de Barcelona, provocando la muerte de 7 personas y 13 heridos, que más tarde morirán.
El episodio, conocido popularmente como la “bomba del Liceo” fue un atentado en el que se lanzaron dos artefactos explosivos sobre el patio de butacas del Gran Teatro del Liceo de Barcelona,
A finales del siglo XIX, el Liceo se había convertido en el escaparate de la burguesía que veía en el teatro un espacio refinado, mientras, el anarquismo, que había monopolizado la revuelta social de la época, veía en el Liceo uno de los símbolos de la oligarquía dominante.
Santiago Salvador Franch, nacido en la provincia del Teruel, llegó a Barcelona a los 16 años, estableciéndose como tabernero, pero el negocio fracasó dedicándose entonces a la venta de alcohol de contrabando, mientras frecuentaba círculos anarquistas, en los que acentuó su odio hacia la burguesía a la que culpaba de sus fracasos.
El atentado fallido en septiembre de 1893 contra el general Martínez Campos, capitán general de Cataluña, que solo sufrió heridas leves, por parte del anarquista Paulino Pallás, amigo de Salvador, que se dejó detener mientras gritaba "Viva la Anarquía" y fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado en octubre, precipitó los hechos, pues impresionado por el atentado y la ejecución, decidió imitarle.
Para ello, adquirió en círculos anarquistas dos bombas modelo “Orsini”, formada por dos semiesferas de hierro de 9 centímetros de diámetro, llenas de explosivos y unidas por un eje con dieciocho resaltes de “fulminato de mercurio” en su superficie, que servían de detonante al impacto de cualquiera de ellos y con un peso de unos tres kilos.
Salvador decidió usarla en el Liceo, contra la burguesía de Barcelona, en represalia por la ejecución de Pallás, ideando un atentado indiscriminado y el día en que se inauguraba la temporada de ópera, obtuvo la localidad más barata de la quinta planta, denominada el "paraíso", y una vez situado alli, se asomó a la barandilla durante el segundo acto y arrojó al patio de butacas, las dos bombas.
La primera, cayó en la fila 13 explosionando inmediatamente y la segunda lo hizo sobre la falda de una mujer - ya muerta en la primera detonación - que amortiguó el golpe, lo que impidió la detonación, mientras 7 personas morían en el acto y otras 13 lo hicieron en las horas siguientes.
El terrible atentado conmocionó a la ciudad condal y, durante años, no se utilizaron las butacas que habían ocupado los muertos del atentado, no volviendo a abrir el Liceo hasta enero del año siguiente.
Salvador consiguió escapar huyendo a su pueblo en Teruel, hasta que finalmente fue detenido en Zaragoza, aunque trató de suicidarse sin éxito, y en febrero de 1894 fue encarcelado e incomunicado.
El juicio comenzó en abril, siendo condenado por 20 asesinatos consumados, 27 frustrados y en noviembre de 1894, fue ejecutado a garrote vil en la prisión de Barcelona.
“Mi deseo era destruir la sociedad burguesa, a la cual el anarquismo tiene declarada la guerra abierta; y me propuse atacar la organización actual de la sociedad para implantar el comunismo anárquico. No me propuse matar a unas personas determinadas. Me era indiferente matar a unos o a otros. Mi deseo consistía en sembrar el terror y el espanto.” (Declaración en juicio de Santiago Salvador)
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