Este conflicto armado se produjo entre 1519 y 1522, a comienzos del reinado de Carlos I y a la misma vez que la rebelión de las Comunidades de Castilla, aunque tanto su génesis, como causas y desarrollo fueron distintos.
El inicio del conflicto, fue la protesta de los artesanos de los gremios de Valencia, contra los aristócratas que dirigían el gobierno local y controlaban las principales actividades, influido por la difícil coyuntura económica del momento, que tuvo una dimensión social propia y una evolución distinta al movimiento de las Comunidades.
La rebelión de las clases populares, se inició en la ciudad de Valencia en 1520 aprovechando que la nobleza había huido de la ciudad por causa de la peste, pero bien pronto la revuelta se extendió hacia el sur del reino.
Su desarrollo fue progresivo, con actos legales y de protesta siendo determinante el hecho de que el pueblo tenía permiso real para utilizar armas y poder enfrentarse a las incursiones de los piratas berberiscos.
Tras la huida de la nobleza, las clases gremiales de la ciudad se hicieron cargo del poder para regir la capital valenciana.
Carlos I estaba entonces en Aquisgrán ocupado de su coronación como emperador y el conflicto tenía para él poca importancia, por lo que la única medida que tomó fue la prohibición del uso de armas, prohibición de la que nadie hizo caso.
El movimiento experimentó una progresiva virulencia convirtiéndose en guerra abierta con el asalto e incendio de la morería de Valencia, a la que se acusaba de colaborar con los nobles y extendiéndose a la huerta, con saqueo de haciendas de nobles y constitución de juntas revolucionarias que expulsaron al virrey de la ciudad.
Posteriormente perdió unidad, por surgir discrepancias entre sus líderes y sus campañas militares concluyeron en derrotas para los “agermanados”, hasta la definitiva el 19 de mayo de 1522, aunque la pacificación del territorio no se produjo hasta 1528, con un perdón general.
El levantamiento, trajo años de gran inestabilidad social y política en Valencia además de una represión duradera, que causó grandes perturbaciones en la organización social valenciana.
Una vez asentada la monarquía de Carlos I se confirmó de nuevo el predominio de la nobleza, se regularon las reivindicaciones urbanas y se sometió al campesinado de la misma forma a como estaban antes del inicio de hostilidades.
Los años siguientes contemplaron una situación de orden, paz y estabilidad impuesta que permitió no obstante, volcar hacia el exterior todo el dinamismo de que era capaz la España de los primeros Austrias.
Muy interesante, como todas tus entradas. Es curiosa la deriva de la Germanía histórica --gremial y revolucionaria-- a la germanía o lenguaje del hampa. Ambas acepciones derivadas de "hermano". Los que conviven en la trena o comparten malicias y rufianía pueden llegar a considerarse hermanos, si no en la sangre, sí en el crimen.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Pedro. La única recompensa de aquellos que escribimos porque nos gusta hacerlo y a la vez difundir conocimientos, sin ánimo de lucro alguno, es precisamente las palabras de los lectores agradeciendo o comentado el artículo de que se trate.
EliminarEn cuanto a lo que dices de la palabra en cuestión, estas absolutamente en lo cierto. La “germanía” es palabra que pertenece a la jerga usada por presos, criminales, delincuentes y otras gentes del mundo del hampa, cuyo significado es “hermandad” en catalán, la cual proviene a su vez de la palabra catalana “germà”, y etimologicamente del latín “germānus”, cuyo significado es “hermano mayor”. Este nombre se popularizó en ciertas comunidades valencianas durante su rebelión contra la nobleza en la efemérides que hoy comentamos, durante el siglo XVI, pasando luego a jerga.