Tal día como hoy 3 de noviembre de 1943, por orden del gobierno español, tiene lugar la repatriación de la División Azul, que se se decidió ante al sesgo negativo de los acontecimientos bélicos para Alemania y la presión de los aliados sobre Franco.
La historia de los “divisionarios” españoles, como se les conocía, significó el sacrificio de miles de jóvenes a la “razón de Estado” del franquismo, el cual mantenía una calculada ambigüedad, entre el miedo a las consecuencias de combatir junto a Hitler, temiendo una invasión alidada y la ambición de participar en la victoria, cuando el triunfo alemán parecía seguro.
En junio de 1941, la súbita invasión alemana de la URSS, dio a Franco una solución que aprovechó con su tradicional astucia, encontrando la salida al problema, pues los españoles irían a Rusia, no a favor de Alemania, sino “contra el comunismo”.
Por lo tanto, se pretendió presentar a la División Azul como una continuación de la Guerra Civil y un asunto entre españoles y soviéticos, por lo que el Ministro de Exteriores Ramón Serrano Súñer, pronunció su vibrante discurso -“¡Rusia es culpable!” - acusando a la URSS de la muerte de José Antonio y de la guerra, justificando así la intervención.
De esta manera, 17.000 jóvenes españoles se apuntaron de inmediato – algunos más o menos a la fuerza – con el deseo juvenil de participar en una aventura heroica, cuando Alemania triunfaba en todos los frentes y para castigar a Rusia, preparándose en este ambiente la expedición
Con tal proceder, Franco no implicaba directamente al Ejército, pues los militares iban “voluntarios”, y por eso los divisionarios marcharon vestidos de caqui, aunque con la camisa azul falangista y la boina roja requeté, prendas no militares, acentuando así su carácter político.
No obstante, muchos divisionarios tenían un pasado republicano que querían borrar presentándose voluntarios, como sucedió al cineasta Luis García Berlanga, con su padre en la cárcel y otros muchos que lograron trabajo y prebendas gracias a la División Azul.
En total, más de 40.000 hombres sirvieron en la División, ya fuese por un compromiso ideológico, un afán de aventura o necesidad de disimular un pasado republicano, resultando 4.954 de ellos muertos, 8.000 heridos y 7.800 víctimas de congelación y enfermedades.
En 1943 la guerra había cambiado de signo, adivinándose la derrota alemana y tras la deserción de los italianos en septiembre, Franco proclamó la “neutralidad” española, decidiendo en noviembre, la retirada de la División Azul, aunque para salvar la cara ante Hitler, ordenó una retirada parcial, permitiendo que 2.600 fascistas, que querían seguir luchando junto a los nazis, formaran la llamada “Legión Azul”, integrada ya en una división alemana.
Pero en febrero de 1944, próximo al desastre alemán, Franco ordenó también su repatriación, amenazando con perdida de la nacionalidad a quien se negase a hacerlo y por eso tan sólo un puñado de fanáticos, quedarían integrados en las SS, para defender al nazismo hasta la caída de Berlín.
La aventura rusa acabó el 2 de abril de 1954, cuando Barcelona recibió, en un ambiente de absoluta emoción, al barco ‘Semíramis’ que traía 286 repatriados de Rusia, de los que 229, eran prisioneros de guerra, pero otros habían ido voluntariamente a la URSS, volviendo a España al dejar que la nostalgia venciese su miedo al franquismo: Niños de la guerra, republicanos que habían combatido con los rusos e incluso divisionarios desertores pasados a los soviéticos.
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