A finales de octubre de 1836, Chopin conoció a la baronesa Dudevant - más conocida por George Sand - y el verano siguiente volvieron a encontrarse en una reunión de amigos en casa del músico y pronto entablaron amistad.
Se inicio entonces un idilio que duró aproximadamente ocho años, en los que George Sand brindó apoyo y protección a la frágil situación - tanto física como económica de Chopin - y él fue para Sand una figura pacificadora en la etapa de crecimiento de sus hijos, que le supuso estabilidad emocional.
Al aproximarse el invierno de 1838, su médico aconsejó al músico el clima de las islas Baleares para mejorarse y allí pasaron el invierno mientras Chopin compuso la mayor parte de sus veinticuatro Preludios.
El joven músico había contraído tuberculosis, enfermedad catalogada como altamente contagiosa y entonces incurable, aunque quizás pudo tratarse de otro tipo de afección degenerativa respiratoria no catalogada, ya que ni George Sand ni sus hijos se contagiaron.
Ese año, el invierno fue lluvioso y la constante humedad empeoró la condición de sus pulmones, de forma que en febrero de 1839, a causa de un agravamiento de la dolencia, embarcaron de vuelta hacia Barcelona y de allí se trasladaron rápidamente hasta Marsella donde estaba su médico.
La enfermedad del músico, el hecho de no estar casados y las formas progresistas de George Sand, chocaron con las creencias y costumbres de la sociedad conservadora de Mallorca, pese a lo cual la isla cautivó a ambos por la belleza de sus paisajes y mientras Chopin compuso varias partituras, la escritora redactó “Un invierno en Mallorca”, cuaderno de viaje autobiográfico, inspirado en su estancia allí.
Actualmente se puede visitar el conjunto de la Real Cartuja de Valldemosa en la que se incluyen las celdas que ocuparon estos personajes durante su estancia.
Chopin, igual que George Sand, han sido declarados hijos adoptivos de Mallorca, como reconocimiento a su contribución en difundir el nombre de la isla en Europa y el mundo.
Con estos nombramientos Mallorca homenajea a dos de sus más ilustres visitantes, cuya huella a través del tiempo, pervive aún en la isla.
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