El Tratado de Alcañices fue un acuerdo bilateral, entre la Corona de Castilla y el reino de Portugal, firmado por Fernando IV de Castilla, representado por su madre la reina María de Molina, y el rey Dionisio I de Portugal y rubricado el 12 de septiembre de 1297 en Alcañices, dando lugar a una de las fronteras más antiguas de Europa.
En 1296, la reina María de Molina - tutora de Fernando IV en su minoría de edad, - había amenazado al rey Dionisio I con romper los acuerdos entre ambos reinos, si persistían sus ataques a Castilla y si el soberano portugués continuaba apoyando al infante Juan de Castilla, que se había proclamado rey de León.
Ante tales amenazas, Don Dinís aceptó retirarse de Castilla, y firmaron un tratado en el que quedaron fijadas, las fronteras con Portugal, que recibía una serie de plazas - entre ellas la de Olivenza - a cambio de romper sus acuerdos contra Castilla y León.
Por otra parte, el monarca portugués aportó un ejército de trescientos caballeros, a las órdenes de Juan Alfonso de Alburquerque, para ayudar a la reina María de Molina en su lucha contra el infante Juan de Castilla, que hasta entonces había recibido el apoyo del rey Dinís.
Se estipulaba también en el tratado, que los reyes castellano y portugués renunciarían a plantearse reclamaciones territoriales en el futuro, siendo ratificado no solo por los monarcas de ambos reinos, sino también por una representación nobiliaria y eclesiástica de las dos naciones, así como por los Concejos de Castilla y su equivalente en el Reino de León.
A largo plazo las consecuencias de este tratado serán duraderas, ya que la frontera entre ambos reinos apenas fue modificada en el curso de los siglos posteriores, convirtiéndose de esa forma en una de las fronteras establecidas entre dos países más longevas del continente europeo.
Por otra parte, el Tratado de Alcañices, contribuyó a asegurar la posición en el trono de Fernando IV, insegura a causa de las discordias internas, y permitió que la reina María de Molina ampliase su libertad de movimientos al no existir ya disputas con Portugal, que había pasado a apoyarla en su lucha contra el infante Juan, que aún seguía controlando el territorio leonés.
No obstante, con la firma de este tratado, se dio inicio a la disputa territorial entre España y Portugal por los terrenos pertenecientes a los municipios españoles de Olivenza y Talig que en la actualidad se encuentra congelado desde el Congreso de Viena de 1815.
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