Nada más iniciarse la Guerra Civil, una flotilla de destructores de la Marina de Guerra de la República procedió a bloquear el estrecho de Gibraltar para impedir la llegada de tropas sublevadas desde África a la Península.
El mando gubernamental estaba en la creencia de que el crucero pesado Canarias – que aún se encontraba en el astillero de construcción, en manos de los rebeldes - había sido tocado por una bomba de aviación que retrasaría su entrada en servicio, pero lo cierto fue que el Canarias se hizo a la mar en compañía del crucero Almirante Cervera el 20 de septiembre.
El crucero Canarias era muy superior a los cruceros gubernamentales más modernos, tanto en el alcance y capacidad de fuego de su artillería como en su autonomía y ambos cruceros llegaron al estrecho en la madrugada del 29 de septiembre de 1936.
De madrugada, el Canarias avistó al destructor republicano Almirante Ferrándiz y estrenó su artillería impactándole desde dieciséis kilómetros con la segunda andanada y desde los veinte con la tercera.
El destructor recibió 6 impactos de proyectiles de 203 mm que le dejaron inmovilizado y en llamas, sin haber podido realizar ningún disparo de respuesta, hundiéndose poco después al Sur de la Punta de Calaburras con casi toda su dotación de 160 personas.
Por su parte el Almirante Cervera localizó a otro destructor republicano, el Gravina, sobre el que tras 300 disparos de su artillería principal logró dos impactos, y tuvo que buscar refugio en el puerto de Casablanca.
Mientras el Almirante Cervera perseguía al Gravina, el Canarias cesó el fuego para recoger a 31 náufragos y concedió autorización a un mercante francés que estaba próximo para recoger a otros 25 más, incluido el joven comandante del Almirante Ferrándiz, el alférez de navío José Luis Barbastro
Ese mismo día, ambos cruceros comenzaron a dar escolta a los primeros transportes de soldados desde Ceuta a la península y en esos primeros días pudieron pasar el Estrecho entre 6000 y 8000 hombres con su material, y en adelante el paso de tropas no encontró oposición.
Los sublevados no volvieron a tener dificultades para que sus tropas de África cruzaran hacia la península, y además contaron con la ayuda de Alemania y de los Submarinos Legionarios italianos, mientras la escuadra de la República no volvió a intentar bloquear el Estrecho.
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