Tal día como hoy 17 de junio de 1665, los españoles son derrotados por las fuerzas portuguesas en la Batalla de Villaviciosa, que se encuadra dentro de la Guerra de Restauración portuguesa.
La Guerra de la Restauración, fue una serie de enfrentamientos armados entre el reino de Portugal y la Monarquía Hispánica, que tuvo inicio con el levantamiento del 1 de diciembre de 1640 —que puso fin a la monarquía dual iniciada en 1580 — y terminó con el Tratado de Lisboa de 1668, firmado por Alfonso VI de Portugal y Carlos II de España, en el cual se reconoció la total independencia de Portugal y puso fin a un periodo de 60 años de dominio de la Casa de Austria sobre Portugal.
El período de 1640 a 1668 se caracterizó por enfrentamientos periódicos entre ambos países, tanto con pequeñas contiendas como graves conflictos armados, de los cuales muchos de ellos fueron ocasionados por guerras de España y Portugal con potencias no ibéricas, ya que España participó en la guerra de los Treinta Años hasta 1648 y en la franco-española hasta 1659, mientras que Portugal participó en la guerra luso-neerlandesa hasta 1663.
El final del conflicto estableció la casa de Braganza como nueva dinastía reinante de Portugal, en sustitución de la Casa de Habsburgo, lo cual puso fin a la llamada “Unión Ibérica”.
Uno de sus más importantes enfrentamientos fue la batalla de Villaviciosa, que se libró el 17 de junio de 1665, en Montes Claros, cerca de Villaviciosa, entre portugueses y españoles.
La penetración de las tropas españolas, dirigidas por Luis de Benavides, en territorio portugués se llevó a cabo por la frontera del Alentejo y sitiaron Villaviciosa, plaza que resistió denodadamente, por considerarla los portugueses un punto esencial de comunicaciones y un lugar de especial simbolismo por situarse allí uno de los palacios de la familia Braganza.
A su encuentro se dirigieron las tropas portuguesas, encabezadas por António Luís de Meneses y presentaron batalla a los españoles, la cual duró siete horas.
Los españoles, con la artillería diezmada, registraron numerosas bajas: 4.000 muertos y 6.000 prisioneros; mientras que del lado portugués, tan sólo 700 soldados dejaron allí la vida.
Puede considerarse que esta batalla impulsó definitivamente la independencia de Portugal, que sería reconocida por España tres años más tarde, con la firma entre los dos países del Tratado de Lisboa y fue la última de las cinco grandes victorias portuguesas contra los españoles, para conseguir la independencia.
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